Cosas que no (o sí) importan
Los hechos nimios que pasan desapercibidos a nuestro alrededor
25.03.2015
Carlos Fernández Llaneza
Fue suficiente un paseo dominical por la ciudad para ver dos cosas que, inmediatamente, me precipitaron sobre el papel en blanco: ya hay mimosas en El Fontán y empiezan a florecer los magnolios. Sumemos que por los caminos de nuestro entorno natural ya asoman las prímulas y ya está: ¡llegó! No sé si como Machado seguimos sin saber cómo ha sido pero, aun a pesar de este frío recuperado y de la lluvia testaruda, la primavera ha venido.
En el Campo, desde el año 2003 y para siempre, permanece en escultura de bronce, obra de Santarúa, el espíritu de Manolo Avello. Cada año, indefectiblemente, desde aquella ventana de "El Carbayón jovial" en estas páginas de LA NUEVA ESPAÑA, anunciaba urbi et orbi la floración de los magnolios como si el acontecer natural y periódico de las estaciones y sus consecuencias fuera noticia esencial. Y quizá lo sea. Son sucesos menores que pasan sin pena ni gloria entre tantas noticias truculentas. Hechos nimios desapercibidos entre la crónica político judicial diaria. Sucedidos camuflados entre páginas entintadas de dolor porque el mundo, definitivamente, parece obcecado en seguir ofreciendo imágenes de odio y escarnio; como empeñado en ir camino del barranco de la estupidez estólida.
Todos y cada uno de nosotros seríamos capaces de configurar, en un personal decálogo, las noticias más relevantes; a buen seguro que coincidiríamos en unas cuantas. Nuevas que ocupan cada día las páginas del periódico que tenemos en las manos y que parecen, en muchos casos, emperradas en repetirse como un mantra infinito. Lo que ocurre a nuestro alrededor nos afecta. De lo que piensan, proponen, planifican y ejecutan otros depende, en buena medida, una parte de nuestras vidas, así que cuidadín, cuidadín... vayamos con tiento que la res publica quizá no a todos preocupa, pero a todos ocupa. En fin, a lo que íbamos. Que presupongo -digo por decir- que en ese particular decálogo, no figurarán la floración de los magnolios, las prímulas o las mimosas. Como tampoco estarán -y sigo suponiendo- los primeros cantos de los grillos. Ni la sincera satisfacción de un perro revolcándose panza arriba en la yerba. Ni unos tímidos rayos de sol filtrándose a media tarde delante del escenario sublime del horizonte de las tierras del occidente. Quizá tampoco esté el fresco olor de una tarde de lluvia por los caminos naranquinos o la familiar fragancia de una pradera recién segada. O el viento, tenaz y redentor, en alguna de nuestras alturas carbayonas. Ni el placer del silencio en un mágico atardecer. Ni tantos y tantos instantes mínimos y, quizá, insignificantes. Verdaderos relámpagos de satisfacción, que son los que configuran esos paréntesis cotidianos de auténtica felicidad. Lo que sucede cada día en la vida política, social o económica de nuestra ciudad y de nuestro país es importante, ¡claro que sí! Pero hoy, aunque el grajo debe seguir volando bajo porque hace un frío del carajo, me vale el gozo de ver florecer los magnolios, o constatar, que un año más, ya hay mimosas en El Fontán y las veredas de los caminos se tiñen del color de las prímulas. Bien lo decía, con todo su sentido, Neruda: "Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera". Y caramba, un canto a la esperanza así ¡claro que es noticia!
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2015/03/25/cosas-o-importan/1732329.html
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