Certezas en la vida, las justas. Las más en el ámbito personal. De las publicables, que el Naranco nunca ha sido una prioridad para Oviedo. Desde hace décadas, incluso desde inicios del siglo XX, conocimos proyectos para un Naranco mejor; la realidad, tozuda, se impone: ninguno se concretó.
El ambicioso proyecto del Principado en el Plan Territorial Supramunicipal Parque Periurbano del Naranco, también quedó prácticamente en agua de borrajas por la crisis de 2008 y por un inexplicable proceso judicial. Aunque el Principado podría -y debería- recuperar las actuaciones si así lo quisiera. El abandono de la finca del Pevidal debería avergonzar a la administración regional.
Desde el ámbito municipal, en los últimos años hubo distintos trámites que no pasaron de las musas al teatro. El actual equipo de gobierno también ha planteado acciones. Como dice el refrán: “Obras son amores”. Veremos. Hablar del Naranco es hablar del Prerrománico; no se puede desligar el valor de las joyas del valor del joyero. La paulatina degradación e inacción en el Naranco contribuye a aminorar el valor de unos edificios únicos y absolutamente singulares. La deforestación, los tendidos eléctricos, la Ronda Norte… en nada favorecen a un patrimonio cultural que, por sí solo, justificaría todas las medidas de protección. El rechazo municipal a la compra de 52 hectáreas en el monte, operación encauzada por el anterior equipo de gobierno, es un error. Tampoco conforta pensar en Santullano, amenazado por la autopista o en la fuente de Foncalada, en un entorno urbano que la desmerece.
El pasado 24 de mayo, LA NUEVA ESPAÑA informaba: “Oviedo plantea un museo del Prerrománico semisoterrado en la parte baja del Naranco“. Se plantea, asimismo, la ejecución de sendas peatonales, aparcamientos y la desviación de la carretera. Una mejora del entorno (viales, senderos, carretera?) es necesaria y urgente pero centrémonos en el hipotético museo. ¿Es necesario un museo del Prerrománico? No. En absoluto. No hay mejor museo que los propios edificios que han llegado, milagrosamente, hasta nuestros días. Que también necesitan protección y mejora. El camino está marcado por el Libro Blanco del Prerrománico Asturiano, la “herramienta fundamental” que ha de guiar la gestión de la conservación, restauración y difusión de un patrimonio cultural único. La administración local debería de priorizar la mejora de unos accesos sonrojantes.
Tenemos ya el Museo Arqueológico de Asturias, desde 1952 en el corazón de la ciudad, en el antiguo Monasterio de San Vicente. que alberga piezas excepcionales del prerrománico. Un museo es el resultado de disponer de una colección valiosa y la mejor colección de piezas del prerrománico -edificios al margen- está en este museo, bastante desconocido por los ovetenses. Hay que tener en cuenta que desde 1844, la entonces Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos, surgido para proteger el patrimonio, empezó a preservar piezas. En 1961 se publica el Catálogo de las Salas de Arte Asturiano. Desde que en 1850 se produjeron las primeras intervenciones en San Miguel de Lillo, se comienza a recopilar todo tipo de materiales y, la mayoría, están en el Museo Arqueológico; así pues, si ya tenemos un museo con una magnífica colección del prerrománico asturiano, ¿para qué otro? ¿No será más deseable y fructífera una sana y productiva colaboración institucional?
Nadie pondrá en duda que el prerrománico asturiano es seña de identidad de los ovetenses y de los asturianos, así que mejoren y potencien lo que tenemos. Sean pragmáticos, y no caigan en despilfarros y redundancias que poco van a aportar si no es a incrementar la nómina de museos del tal vez.
https://afondo.lne.es/opinion/el-innecesario-museo-del-prerromanico.html?_ga=2.226028058.1285075951.1591396181-32828623.1535274064
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