La gran panoya
El maíz y la Catedral de Oviedo
Carlos Fernández Llaneza 14.05.2018
"La torre de la Catedral, poema romántico de piedra, delicado himno, de dulces líneas, de belleza muda y perenne". Ahí queda eso. A ver quién supera a Clarín. Creo que difícilmente se puede definir nuestra catedral de forma más bella y acertada.
Hay muchas más, claro. Y muy guapas. Así que, para no extenderme en demasía, las dejaremos para otro día. Pero hay una definición que nunca había escuchado y que me contó Agustín Hevia Ballina, siempre con esa pasión contagiosa cuando habla de la catedral: la gran panoya. Y, si lo piensan un poco, tiene su lógica. Según me cuenta así la describía, haciendo uso de esa atrevida metáfora, un reconocido charlista, Federico García Sanchís, cuando allá por los años 60 se dirigió a los entonces jóvenes seminaristas.
Y todo puede tener su porqué. En la puerta de la catedral ovetense vemos tallada una imagen de santa Eulalia regando los campos de maíz con sus bendiciones. El efecto purificador del agua ahuyenta incluso a los jabalíes que salen, patas en polvorosa, del maizal. Un campo de maíz florido que asemeja la forma del mapa de Asturias.
Y es que el cultivo del maíz tuvo y tiene gran arraigo en Asturias. Parece que fue Gonzalo Menéndez de Cancio, de la casa de Casariego, quien trajo a Asturias su semilla en los albores del siglo XVII. Según cuenta el etnógrafo Fermín Bouza-Brey, cuando el maíz llega a Asturias el labrador no cuenta sino con mijo y algo de centeno y escanda. Desde el momento en que el maíz pasa a ser un cultivo primordial, se convierte en producto básico para la alimentación del hombre y del ganado. Aún hoy en día, en buena parte de la zona rural ovetense, vemos numerosos campos de maíz aunque, dudo, que algún joven de hoy cene "fariñes" como tantas veces cenó un servidor.
En el diccionario geográfico histórico de Asturias de Martínez Marina se recoge: "Ya que los escritores antiguos guardan un silencio profundo y a mi entender criminal sobre la oriundez y cualidades del maíz, por parecerles poco decoroso entrar en semejantes pequeñeces apenas de talentos sublimes [...] ; se hace preciso convenir con los viajeros modernos más acreditados en que la América fue su país natal y en el que no ha degenerado, pues se conserva como el día que le hallaron a su entrada los primeros Europeos. Aunque la conquista de aquel hemisferio no hubiese tenido otras ventajas, sería esta adquisición suficiente a compensar los gastos y fatigas que ha costado y motivo de gratitud eterna al inmortal Colón, por que el suelo de nuestra provincia es el que más se ha aprovechado de este dichoso hallazgo".
Por tanto, no me resulta herética esa equiparación de nuestra torre catedralicia con una gran panoya; no en vano, Asturias debe mucho al maíz. Y que la patrona de Asturias y Oviedo, como se cita en el acta del Cabildo de 23 de septiembre de 1620, siga "socorriéndonos en las necesidades que nos hallamos no solo espirituales sino temporales dándonos sol y agua siempre que lo suplicamos para los frutos con grande consuelo que solemos sacar".
De momento, queda bendiciendo para la posteridad los campos astures desde la puerta de nuestra querida catedral ovetense.
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