martes, 1 de mayo de 2018

DEL FONTÁN Y SU CAÑU

El Otero

Del Fontán y su cañu

01.05.2018 
Que la historia de la Plaza del Fontán pudiera ser la de una historia de superación colectiva sería una teoría plausible. La del afán de convertir, a mediados del siglo XVI, una charca putrefacta en la que remansaban las aguas procedentes de las calles cercanas en un espacio que llegaría a convertirse en un símbolo de la ciudad. 
En 1792 el ayuntamiento autorizó la instalación de cuarenta locales o tiendas que se habilitarían en una plaza porticada. Y desde entonces llegan hasta nuestros días los ecos de un trajín cotidiano que bulle y late, serena y humildemente, en lo que fue -y es- uno de los corazones de Oviedo. En esa plaza que Jovellanos definió como "pequeña, cómoda y graciosa". 
Tal vez, si somos pacientes, podremos ver a Tigre Juan afanarse en sus quehaceres en la plaza que para Pérez de Ayala "está formada por un ruedo de casucas corcovadas, caducas, seniles. Vencidas ya por la edad (...) Como una tertulia de viejas tullidas que se apuntalan en sus muletas y muletillas y hacen el corrillo de la maledicencia. En este corrillo de viejas chismosas se vierten todas las murmuraciones y cuentos de la ciudad". 
Las horas de mercado, la plaza se ocupaba totalmente por las "tiendas de aire", en palabras de Dolores Medio, que para ella "presentaban aspecto de feria, con sus pregones, gritos, rebuznos, regateos, cacareos de gallinas... Por todas partes sacos, cajones, mostradores portátiles de madera, cestas rebosantes de frutas y de verduras, de quesos, de flores, de pasteles y baratijas. Tenderetes de ropas hechas, que lucen como banderolas su mercancía multicolor". 
Y en la plazuela de Daoiz y Velarde, en una de sus esquinas, se sumió en el olvido del tiempo el Cañu del Fontán, fuente con frontal de piedra inaugurada en 1657 y recuperada felizmente el 18 de enero de 1988 tras las pesquisas e interés del entonces arquitecto municipal, Florencio Muñiz Uribe y del concejal Avelino Martínez. No era solo una fuente más. Constantino Cabal decía de ella que "además de cañu era un símbolo". 
Luis de Tapia compuso estos versos que no tardaron en popularizarse y que ponían a cada quien en su lugar: 
"Hubo en Oviedo (y mi abuela lo contaba con afán) / una fuente a ras del suelo / que era el "Cañu del Fontán" / Caño de tan bajo trazo / hacía al más alto ser / doblar el recio espinazo / al inclinarse a beber. / Y tan humilde ejercicio / iba quitando, en verdad, / a muchas gentes el vicio / de su altiva vanidad. / En Oviedo, cuando alguno, / por su abolengo o su prez / presumía, inoportuno, / de mal fundada altivez / la turba de gente nueva / decía de tal truhán / hay que llevalu a que beba / en el cañu del Fontán. / Mas no sé por qué mudanza / que aquel Concejo emprendió / fuente de tan enseñanza / de Oviedo desapareció". 
En cualquier caso, otra tesela más de ese mosaico inabarcable que es la historia de Oviedo en la que hemos dejado por sus orillas tantos lugares, tantas vivencias y, probablemente, tanta esencia ovetense. 
Juan Cueto Alas afirmaba que "un noventa por ciento de la población activa nunca oyó hablar del Cañu del Fontán. El Oviedo cotidiano existe, sí pero su realidad parece no tener ninguna relación con aquel otro Oviedo y, la verdad es que este nuevo discurso ya no proporciona ningún placer". 
Lo malo es que, quizá, tenga razón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario