Medio siglo sin el cementerio de San Pedro
Por razones de "higiene salubridad y urbanismo", hace 50 años, las autoridades iniciaron la monda y traslado de los 800 cadáveres que yacían en el Camposanto de la falda del Naranco Las excavadoras pusieron el punto final al recinto en 1971
01.11.2014
Una imagen aérea de finales de los sesenta de la parcela que ocupaba el cementerio, entre la iglesia de San Pedro de los Arcos y el colegio del mismo nombre. C. F. L.
Carlos FERNÁNDEZ LLANEZA
Se alfombran calles y parques de hojas vencidas. Nos despeina ya el aire de las castañas. Los crisantemos ponen pinceladas de color en bazares y floristerías. El calendario advierte de que cruzamos fechas propicias para que esa mirada retrospectiva que de cuando en vez hacemos a ese Oviedo de hace medio siglo, se traslade en esta ocasión al viejo cementerio de San Pedro de los Arcos en el que tantos ovetenses dijeron adiós a sus seres queridos y que fue protagonista, involuntario, de tantos sucesos trágicos en el turbulento siglo XX. Y es que fue hace 50 años, en octubre de 1964, cuando se iniciaron los trabajos de monda y traslado de los restos mortales de aproximadamente ochocientos cadáveres, trabajos que finalizarían en 1968. El cementerio había sido clausurado el 31 de agosto de 1956 "por manifiestas razones de higiene, salubridad y urbanismo". También en 1964 se habían trasladado desde San Pedro al Valle de los Caídos nada menos que 1.018 cuerpos de una fosa común, de las más importantes de la ciudad, recuerdo hiriente de un triste capítulo de nuestra historia.
El 8 de febrero de 1971 las excavadoras pondrían el definitivo punto final.
Los datos más antiguos de los que hay constancia se remontan a 1792 aunque, con bastante probabilidad, su origen sea muy anterior a esa fecha, probablemente paralelo a la existencia de la antigua capilla que existía en época románico visigótica.
Los cementerios son lugares para un acto final, y desde que los cortejos fúnebres salen de ellos, sólo impera el reino del silencio, pero este lugar del "Sancto Petro del Otero" ha gustado de contar muchas historias que corrieron parejas a su propio devenir.
Con la llegada del siglo XX el cementerio se quedó pequeño, por lo que en julio de 1905, Manuel Suárez García, párroco entonces y promotor de la construcción de la iglesia actual, se dirige al Ayuntamiento solicitando la ampliación urgente para evitar que "se tengan que inhumar cadáveres sin que haya transcurrido el tiempo señalado por ley", autorización que llegó en octubre del mismo año tras un informe favorable de la Comisión de beneficencia y sanidad, firmado por el entonces arquitecto municipal, Miguel de la Guardia.
La virulenta gripe de 1918 llevó en febrero de 1919 al párroco, Leopoldo González, a solicitar una nueva ampliación ya que "el cementerio, afecto de los muchos enterramientos en él verificados (120) durante la epidemia gripal, está próximo a su saturación". Y así quedaron sus límites hasta que en julio de 1970, es el alcalde el que dirige un escrito al Arzobispo solicitando que se cedan los terrenos ocupados por el cementerio ya que "este colegio Nacional carece de campo escolar que permita juegos y recreos complementarios de la enseñanza".
Años antes, vivió sus páginas más luctuosas. A los pies de sus muros se excavó una fosa común para enterrar sesenta y cuatro cadáveres tras la revolución de octubre de 1934. Y allí fue fusilada la joven Aida La Fuente tras obligarla a cambiarse de vestido, como me narró, hace años, una vecina de la zona, testigo de los hechos.
En 1936, con el inicio de la guerra civil, San Pedro de los Arcos se definió como uno de los puntos estratégicos claves de defensa de la ciudad sublevada. La posición fue objeto durante días, de los ataques de las milicias republicanas. Un miembro de la compañía Janáriz allí destacado, anotaba en su diario: "El bombardeo es intensísimo, la parte del cementerio ofrece un espectáculo espeluznante: se hallan mezclados cadáveres de hace varios días que no pudimos enterrar, con cadáveres de hoy y miembros de cadáveres de hace muchos años". Por su parte, el 13 de octubre de 1936, el periódico el Noroeste publicaba esta noticia: "Nuestras milicias se apoderaron ayer de la iglesia de San Pedro de los Arcos. La operación fue brillantísima y estuvo precedida de un intenso cañoneo que originó numerosos incendios en las casas inmediatas". Con la entrada de las columnas gallegas el 17 de octubre de 1936 y el repliegue de las posiciones republicanas, se puso fin al capítulo bélico en la zona.
Sin duda, mucho dolor entre sus muros, muchas lágrimas derramadas, muchas tragedias escritas en su tierra.
Sus últimos años transformaron su ser en patio de juegos y escenario imaginativo de mil y una historias sobre aquellos nombres grabados en la piedra y en el tiempo. Y entre el miedo y el nerviosismo contenido, tratábamos de frenar la tentación de levantar lápidas o curiosear, casi profanamente, en el osario en busca de algún trofeo macabro que enseñar, envalentonados, a los amigos.
A buen seguro, muchos serán los ovetenses que guarden en su recuerdo imágenes del cementerio parroquial de San Pedro de los Arcos. Hoy, casi cuesta imaginar cómo fue en otro momento, no tan lejano, ese lugar.
http://suscriptor.lne.es/oviedo/2014/11/01/medio-siglo-cementerio-san-pedro/1664864.html
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