La serpiente y la luciérnaga
Gratitud y apoyo sin fisuras a Carlos López Otín, un excelente científico y una gran persona
Carlos Fernández Llaneza 04.02.2019
Narra un viejo cuento que una vez una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga. La luciérnaga, aterrada, huía de la feroz depredadora pero la serpiente no se daba por vencida. Huyó durante todo un día, pero la serpiente no cejaba en la persecución. Huyó durante dos días en vano; la serpiente no se daba por vencida. Al tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga se paró y le dijo a la serpiente: ¿Puedo hacerte tres preguntas? La serpiente respondió: Hum... no suelo dar esa oportunidad a nadie, pero como te voy a devorar puedes preguntar. La luciérnaga le preguntó: ¿Yo pertenezco a tu cadena alimenticia? No, dijo la serpiente. La luciérnaga continuó preguntándole: ¿Yo te hice algún mal? No, contestó de nuevo la serpiente. Entonces -siguió preguntando la luciérnaga- ¿por qué me quieres comer? A lo que la serpiente respondió: Porque no soporto verte brillar.
Durante los últimos veintidós años, mi vida profesional ha estado vinculada a la industria farmacéutica y, concretamente, a la oncología. A pesar de ello, no me pareció oportuno traer a estas líneas nada relacionado con ese mundo. Pero creo que hoy, esta ventana siempre abierta al acontecer cotidiano de nuestro Oviedo querido, ha de hacer una excepción.
Conocí a Carlos López Otín y a muchos miembros de su equipo hace dos décadas; tiempo más que suficiente para hacerse una idea de cómo es una persona.
Hace unos días, Carlos se ha sincerado en una entrevista a LA NUEVA ESPAÑA de forma descarnada. Duele leer que alguien tan excepcional, con una trayectoria tan sobresaliente y reconocida, esté atravesando tan mal momento.
Creo que no merece la pena hablar de nuevo de la irrelevancia de los detalles que han llevado a retirar algunos artículos de revistas. Detalles que parecen haber sido escrutados con un sospechoso tesón y paciencia realmente encomiable. A pesar de tan decidido empeño, nada se encontró que invalide lo importante: los resultados. Como dice Carlos: "El trabajo de un científico se mide en sus citas y en su impacto". Y ahí poco hay que decir. Los datos hablan por sí solos.
Carlos López Otín es un lujo para la Universidad y para la propia ciudad de Oviedo. Su decisión de quedarse a vivir aquí, soslayando ofertas en más de una ocasión que para sí quisieran muchos, es de agradecer y de valorar. Con una capacidad de trabajo inconmensurable, nunca le falta tiempo para atender a un alumno o a un desconsolado paciente o familiar en busca de una última esperanza a la que aferrarse. La puerta de su despacho siempre está abierta para todos.
Por tanto, quiero que este Otero de hoy sea momento oportuno de reconocimiento, de gratitud y de apoyo. Sin fisuras. Su trabajo ha puesto a la Universidad de Oviedo en los primeros puestos de la investigación; motivo de orgullo para los ovetenses y asturianos.
Sólo me queda decir que después de tantos años de conocimiento mutuo puedo decir sin duda alguna que, además de ser un excelente científico, es una gran persona.
Y querido Carlos, por muchas serpientes que te acechen, no dejes nunca de brillar.
https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2019/02/04/serpiente-luciernaga/2421137.html
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