Año nuevo: ritos y deseos
Una lista de peticiones para 2018
Carlos Fernández Llaneza 31.12.2017 | 03:23
Año nuevo: ritos y deseos
El año se nos va de las manos como el agua de un cesto. Ya está. Se acabó. 2017 es historia. Con sus luces y sus sombras. Con sus alegrías y sus penas. ¿Habremos logrado vivir nuestros sueños y esperanzas? Bueno, si la respuesta es no, tranquilos: tenemos una nueva oportunidad. 2018 está esperando lleno de energía. Repleto de oportunidades. Un montón de días por delante para realizar lo que más ansiemos. Así que preparen las uvas. Dispongamos las copas para brindar por el nuevo año. Pongamos nuestra mejor sonrisa para encarar el año nuevo. Quien más, quien menos, cumple con su rito de paso al año nuevo.
En Dinamarca tienen por costumbre romper los platos tras la cena de Nochevieja. Hombre, si aún existiera la gran locería de San Claudio, estarían encantados de reponernos los platos rotos, pero ya ven. Loza de San Claudio no llegó hasta hoy. Una pena.
A nuestros amigos italianos les da por las lentejas que, por estos pagos, son comida de viejas y si no las quieres las dejas. Pues para ellos son símbolo de riqueza y dinero. Cuantas más comen, más ganan.
En Japón hacen sonar las campanas 108 veces para purificar los 108 deseos mundanos que, según la doctrina budista, causan el sufrimiento humano. Si en la duodécima uva se quejan de las pepitas o de que se atragantan, piensen que les podían quedar aún ¡96 uvas!
En Puerto Rico la costumbre es tirar agua por la ventana para librarse de los problemas. O pegar tiros al aire. No quiero pensar en lo que sería volver al grito medieval del "¡agua va!" Y de pegar tiros por la calle, qué quieren que les diga...
Los rusos no se crean que le dan a caviar, no? Escriben sus deseos en un papel, lo queman y vierten las cenizas en una copa de champán que, por supuesto, hay que beberse. Disfrutemos del champán fresco y limpio y dejemos la ceniza para Cuaresma.
A los escoceses les da por el fuego. Antorchas, fuegos artificiales, tirar por la calle abajo un barril ardiendo? No sé qué opinarían los bomberos locales si soltáramos, por ejemplo, un barril ardiendo desde lo alto del Rosal.
En Filipinas se ponen ropa de lunares con al menos un bolsillo en el que meter monedas que hacen sonar a las doce confiando que les traerá prosperidad. Aquí acabaría hasta el abuelo bailando sevillanas, que nos conocemos... y por nada nos venimos arriba y luego pasa lo que pasa.
En Argentina se regalan ropa interior rosa en Navidad que luego se ponen en Nochevieja, mira tú.
En Estados Unidos se besan a medianoche. Que el beso sea de un sutil roce o dure varios minutos no está especificado en ningún manual de uso y costumbres. Allá cada cual.
Y en Alemania dejan caer plomo fundido en un vaso de agua y, según la forma que adquiera, interpretan el futuro, ¿y estos son la vanguardia de la UE? En fin...
Pero nosotros tenemos las tradicionales campanadas desde la Puerta del Sol. Y nuestros deseos con cada uva. Y ya que estamos en ello voy a anticipar alguno: ¡Ding! ¡Haya Salud! ¡Dong! Trabajo para todos. ¡Ding! Amor, ¿qué mejor? Y como decía la canción, el que tenga estas tres cosas que le de gracias a Dios. ¡Dong! ¡Que suba el Oviedín! ¡Ding! Paz. ¡PAZ! ¡Dong! Ni una menos. ¡Nunca más! ¡Ding! Que no la pifiemos en Santullano, en los terrenos del HUCA, ni en la Ronda Sur. Buenos proyectos para la ciudad del futuro. ¡Dong! Un plan integral, realista y ambicioso para el Naranco. ¡Tornemos el sinuoso horizonte norteño de Oviedo en un bosque! ¡Ding! Que el tripartito sea más "tri" y menos "partito". ¡Dong! Los terrenos de la Vega para Oviedo. ¡Ding! Que resuelvan el lío de la SOF no vaya a ser que la actuación estelar de San Mateo sea una cabra, una escalera y una trompeta. ¡Dong! Que los ovetenses sintamos que nos une mucho más de lo que nos separa. Además, es así.
Y sobre todo: ¡sean felices!
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