La ermita de las leyendas
Historia y relatos populares sobre el Cristo de las Cadenas
Carlos Fernández Llaneza 02.10.2017 | 03:32
El templo del Cristo de las Cadenas a finales del XIX.EDICIONES UNIQUE
Las fiestas de San Mateo de 2017 son ya historia. La guinda la puso, un año más, la romería del Cristo que este año ha venido crecida con una fiesta popular en el parque del Truébano. El Cristo de las Cadenas, ermita cimera de Oviedo, y que, por supuesto, también tiene su pequeña historia que contar.
El santuario del Cristo está enclavado en el lugar que con el nombre de Adspera aparece citado en numerosos documentos a partir del siglo IX, por lo que antiguamente se llamaba al lugar Cristo de Aspra.
El origen de esta advocación se pierde entre leyendas de lo más variopinto; un soldado que arrastra cadenas prisionero del turco. Una novia enamorada que le espera. Un rosal que que revela la suerte del cautivo? Una de las más bellas es el romance de "El rosal y las cadenas", que a principios del siglo XX fue publicado por Fermín Canella a beneficio del Asilo del Fresno, en aquel entonces perteneciente, como el propio santuario, a la parroquia de San Pedro de los Arcos. Esta leyenda narra la historia del desdichado amor de la hermosa Rosaura, cuya casa estaba situada bajo la verde colina del Santo Cristo del Aspra, y de Diego de Casielles. Él parte para los Tercios de Italia y ella lo espera durante varios años, acudiendo a la ermita con frecuencia para rezar. Un día, cuando Rosaura volvía del templo, se encontró a un cenobita, quien le notificó la muerte de su amado. Rosaura se encerró en un convento, después de ofrecer al Cristo del Aspra unas cadenas de plata en recuerdo de que su novio llevó en su cautiverio, y desde entonces se empezó a popularizar el nombre del Cristo de las Cadenas.
Otra versión difiere algo de la anterior. Dice así: Existía una pareja de enamorados que tuvo que separarse porque él marchaba a la guerra y, para consolar a su afligida novia, le dijo: "planta este rosal delante de tu casa, y mientras no dé flores puedes estar tranquila, estoy bien. Pero si un día de repente florece, eso querrá decir que he muerto".
La muchacha plantó el rosal y cada tarde observaba sus ramas sin florecer, y subía hasta una ermita donde había un gran Cristo a dar gracias por mantener con vida a su amor. Así pasaron los años, hasta que un día, mientras se hallaba rezando se le acercó un hombre y le dijo: "Te traigo malas noticias, tu novio cayó prisionero y estuvimos ambos cautivos todos estos años. Pero él no ha podido volver porque se encuentra muy enfermo y no podrá llegar. Me ha pedido que te trajese las cadenas que le han tenido apartado de ti".
La muchacha ofreció las cadenas al Cristo de la ermita, poniéndolas en su manos, donde permanecen desde entonces, y cuando llegó a casa, y aunque era pleno invierno, encontró el rosal florecido. La calle donde residía la novia de esta triste leyenda, tomó el nombre de Calle Rosal. En fin, leyendas para la historia.
Sin embargo, son poco antiguas las referencias fidedignas que de la capilla existen. Acudimos, una vez más, al esencial José Ramón Tolivar Faes: El 22 de mayo y el 6 de junio de 1804 trataba el ayuntamiento de construir un cementerio y uno de los sitios propuestos era "junto al Cristo de Láspara". Se sabe que en la primera mitad del siglo XIX era muy visitado aquel Cristo y que su romería -el 14 de septiembre- rivalizaba y casi excedía a la del Cristo de Santullano, por lo que el camino, hasta entonces intransitable, fue convertido en un verdadero paseo que frecuentaba multitud de personas.
La devoción del Cristo siguió llevando allí a gran cantidad de gentes y, sobre todo, en las últimas décadas a la romería que se celebra el Domingo posterior a San Mateo.
La capilla, devastada durante la guerra civil, fue posteriormente reconstruida. En 1890 había sido reedificada en estilo ojival, según planos de Juan Miguel de La Guardia.
Por disposición del Arzobispado de 10 de enero de 1972, este santuario pasó a ser iglesia parroquial, separándose el correspondiente territorio de las parroquia de San Francisco de Asís, como el 11 de febrero de 1959 había sido separado de la de San Pedro de los Arcos.
Con relación a la vinculación del Cristo con San Pedro, en el periódico "El Carbayón" del miércoles 1 de julio de 1908 se leía una curiosa noticia:
"Se celebró también la fiesta de San Pedro, patrono de la feligresía de los Arcos, en el santuario del Cristo, donde provisionalmente se ejercen las funciones parroquiales por hallarse el viejo templo titular en derribo".
En fin, otra tesela más de ese mosaico inabarcable que es nuestra rica historia común ovetense.
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2017/10/02/ermita-leyendas/2171858.html
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