El Otero
Tempus fugit
Una reflexión sobre cómo afrontar la vida
30.10.2013
Carlos Fernández Llaneza
Pocos tópicos tan ciertos como ese que constantemente aparece en incontables conversaciones: "Hay que ver cómo pasa el tiempo, si parece que fue ayer...". Lugar común, sin duda, y, temo, cierto. ¡El tiempo vuela! Caminar por los senderos de la vida permite tener, cada día que pasa, lógicamente, una perspectiva mayor. Miramos hacia atrás y vemos el punto de partida cada vez más pequeño, más lejano, aunque fresco en la memoria; pero esa mirada evocadora tampoco sirve de mucho; es preferible fijar la vista hacia adelante, y aunque no sepamos hacia dónde nos conduce el camino, ni en qué lugar estará escrito nuestro particular destino, disfrutar, al menos, de cada etapa del viaje.
Ya en el siglo XI, el poeta y astrónomo persa Omar Khayyam decía una frase breve, sensata y que debería mover a reflexión sobre el tipo de vida que ocupa la mayor parte de las hojas de almanaque que arrancamos cada noche: "La vida pasa, rápida caravana, detén tu montura y procura ser feliz".
Hace años, hablaba con Basilio, un viejo pastor de un pequeño pueblo de los Picos de Europa, cuyos surcos profundos en el rostro reflejaban mucha vida a cuestas; la suficiente como para adquirir una sabiduría y un sentido común, a pesar de casi no haber pisado la escuela en su infancia, envidiable y superior a la media; pues bien, hablando sobre la vida en la ciudad, las prisas, el estrés -término que desconocía- y todas esas mandangas, dijo algo que me hizo gracia, pero que, lógicamente, me dio que pensar: "Mira, guaje, yo no entiendo esi afán que tenéis de andar alloriaos y a les carreres si no corre nadie detrás de vosotros". Lo decía tan tranquilo, liando un "pitu" de picadura, como si tal cosa. ¿Tendría razón Basilio? Es posible.
Ummm... no sé si me estará yendo un poco la pinza. Bueno, pues esto viene a cuento porque hay fechas, un poco puñeteras ellas, que por sí solas tienen la capacidad de mover a reflexión, a incitar a revisar qué has hecho en ese camino que has andado y, sobre todo, a retorcerte para que intentes definir cómo quieres ruar lo que te queda de camino.
Hace unos días ordenaba un montón de fotos antiguas de Oviedo que gusto coleccionar, y aparecían muchas de un Oviedo que conocí y que ya no es. Esa ciudad ya extinta forma parte de ese camino que muchos ovetenses hemos recorrido. Calles, edificios, comercios, coches... congelados en una imagen ya imposible. Instantáneas que forman parte de esa ciudad que ha ido mutando poco a poco, transformándose de día en día, casi sin darnos cuenta. Escenas que, en su día, fueron noticia y que ya nadie recuerda. Y me dio una idea. La hemeroteca de LA NUEVA ESPAÑA es como una especie de máquina del tiempo en la que puedes entrar y ver, como si fuera en el momento que ocurrió, cómo era el Oviedo de, por ejemplo, hace cincuenta años. Revolver entre alguna de esas noticias que el polvo del tiempo y el olvido ha cubierto, rescatarla y traerla de nuevo a la actualidad. Puede ser un ejercicio divertido e interesante. Cada mes echar el lazo a uno de esos titulares ya descoloridos y caducados, y ponerlos de nuevo en primera línea del quiosco de nuestro presente. Leerla de nuevo con la perspectiva de este medio siglo vivido e intentar desmenuzar qué ha quedado de aquello. Nos sorprenderá ver que, en el fondo, hay cosas que no han cambiado tanto. A ver qué sale.
Publicado el 30 de octubre de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario