El Otero
Y como para una muestra bien vale un botón, traigo hoy un caso que me resulta especialmente chocante. En los núcleos de Rodiella y La Vega, a un par de kilómetros de Puente Gallegos, a día de hoy, en pleno siglo XXI, todavía carecen de traída de agua. Años llevan reclamando algo tan básico, e incluso existe un presupuesto de 70.000 euros; pero, en este otoño de 2013, el agua no está y desconozco si se la espera.
No estaría mal mirar un poco más a esa zona tan ovetense y singular. Favorecer unas condiciones de vida óptimas y propiciar un crecimiento sostenible de los núcleos de población. Oviedo no debería permitirse el lujo de perder una población capaz de continuar con actividad agrícola y ganadera, porque esa es una de las formas, si se hace con criterio, de asentar población en el municipio y de seguir preservando un espacio tan singular, hermoso y esencial como es la zona rural de Oviedo.
Si, para Averroes, en la naturaleza no hay nada superfluo, tendríamos que cuidar de que tampoco, en nuestro Oviedo rural, nada esté de más, pero tampoco, por supuesto, de menos.
El Oviedo rural
Las necesidades de los ovetenses de los pueblos
09.10.2013
Carlos Fernández Llaneza
Existe otro Oviedo, pero está en este. Esta frase podría servir adecuadamente como pórtico al tema que me ocupa hoy: el Oviedo rural. Cuando hablamos de Oviedo solemos pensar en la ciudad, en la urbe; pero es bien cierto que hay una parte de nuestro municipio a la que podríamos denominar «extramuros». Una zona hermosa y digna de conocer. Un paisaje seductor que rompe en multitud de verdes, horizontes polícromos en óleo real. Panorama abrazado y acogido por una montaña amable y cercana. Un Oviedo testigo inmutable de una historia de siglos que fluye como las aguas del río Nora que nos circunda. Un Oviedo que, sin dejar de ser Oviedo, adopta el nombre de Agüeria, Bendones, Box, Brañes, Caces, San Esteban de las Cruces, Godos, Latores, Lillo, Limanes, Loriana. Manjoya, Manzaneda, Naranco, Naves, Nora, Olloniego, Pando, Pereda, Piedramuelle, Pintoria, Priorio, Puerto, San Claudio, Santianes, Sograndio, Trubia, Udrión y Villaperi. Nombres cercanos, familiares. Nuestros. Unos 15.500 ovetenses viven en esta periferia natural. Últimos eslabones de una invisible cadena que ha traído hasta hoy una herencia secular de tradiciones rurales enraizadas en la Asturias de siempre. Ovetenses orgullosos de esa trayectoria y depositarios de ese patrimonio natural. Ciudadanos que cumplen con sus obligaciones como cualquier otro, pero que, en ocasiones, temo, se sientan discriminados. Ese espacio rural y natural que rodea a la ciudad, y que no pretendo retratar como si fuera la mismísima Arcadia feliz, tiene, al igual que la propia ciudad, sus carencias y necesidades. Y no hay que ir a muchos de sus núcleos ni charlar con muchos de sus vecinos para sentir enseguida una corriente de solidaridad por lo evidente y razonable de muchas de sus demandas. En el último casi cuarto de siglo de trayectoria democrática de nuestro Consistorio, ha habido, sin duda, muy buenos concejales responsables de esta área, pero es cierto que quedan muchas cosas por hacer. Recuerdo en una visita a San Andrés de Trubia que parte de sus reivindicaciones, entre otras, que no veían la televisión o que carecían de un simple panel para poner avisos y de una marquesina en la que resguardarse en la espera del autobús. Suelen ser frecuentes los problemas de transporte público, como ocurre en toda la zona oeste del Naranco, donde temen perder el que tanto trabajo costó conseguir; o de asfaltado de caminos. Hay aún en la actualidad, núcleos que carecen de saneamiento, aceras...
Y como para una muestra bien vale un botón, traigo hoy un caso que me resulta especialmente chocante. En los núcleos de Rodiella y La Vega, a un par de kilómetros de Puente Gallegos, a día de hoy, en pleno siglo XXI, todavía carecen de traída de agua. Años llevan reclamando algo tan básico, e incluso existe un presupuesto de 70.000 euros; pero, en este otoño de 2013, el agua no está y desconozco si se la espera.
No estaría mal mirar un poco más a esa zona tan ovetense y singular. Favorecer unas condiciones de vida óptimas y propiciar un crecimiento sostenible de los núcleos de población. Oviedo no debería permitirse el lujo de perder una población capaz de continuar con actividad agrícola y ganadera, porque esa es una de las formas, si se hace con criterio, de asentar población en el municipio y de seguir preservando un espacio tan singular, hermoso y esencial como es la zona rural de Oviedo.
Si, para Averroes, en la naturaleza no hay nada superfluo, tendríamos que cuidar de que tampoco, en nuestro Oviedo rural, nada esté de más, pero tampoco, por supuesto, de menos.
Publicado el 9 de octubre de 2013
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