Medio millar después
Crece el drama de los refugiados cuando se cumplen dos años de la muerte del niño Aylan Kurdi
Carlos Fernández Llaneza 18.09.2017 | 03:27
Mural de Manuel García Linares en Navelgas inspirado en la muerte del niño Aylan Kurdi LNE
Justo dos años atrás esta ventana, trascendiendo su clara vocación ovetense, se abría a una desgarradora realidad en forma de imagen. Una foto se nos agarró dolorosamente al alma. Una imagen que fue una revulsiva bofetada en la conciencia colectiva. La de Aylan Kurdi. El niño sirio de tres años que tratando de alcanzar las costas griegas quedó varado en la arena de la indiferencia europea. Dibujando la triste y cruel silueta de la muerte. Y aquellas líneas fueron mis lágrimas sobre la lejana y fría arena?
Un dibujo en la orilla que el agua borró en segundos. Temía que, probablemente, también el recuerdo de Aylan se borraría con rapidez. Dos años después ¿qué queda de aquella lacerante imagen? ¿Qué queda de todas las palabras lloradas? ¿Qué queda de la multitud de buenos propósitos proferidos por una Europa abochornada?
Pues dos años después quedan ocho mil quinientos muertos más. Engullidos por un mar que no sabe de fronteras ni de promesas. Medio millar eran niños. Niños como Aylan. A los que una guerra sin sentido -como todas las guerras- y la desorientación e inacción de Occidente les ha robado el futuro. Ocho mil quinientos muertos más. Sepultados en esa descomunal fosa común en la que se ha convertido el mar.
Medio millar de niños de los que no hay ninguna icónica foto asaltando las portadas de los periódicos de esta Europa insensible. Y ya se sabe, ojos que no ven?
Voces que claman a las puertas de una Europa que se comprometió a acoger a 182.504 refugiados antes del 26 de septiembre de este año y que dista mucho de cumplirse. España ha acogido al 11% y Europa el 24% de las cifras comprometidas. Porcentajes que esconden detrás situaciones de extrema necesidad. De seres humanos hacinados en campos de refugiados atrapados entre el mal de una guerra estúpida y el miedo de una Europa que se protege ante no sé qué temores.
Es muy probable que haya ocasiones en las que sobren las palabras. Y sospecho que ésta -sin ánimo alguno de agriar las fiestas mateínas a nadie- puede ser una de esas veces en las que merece la pena dejar vacíos los espacios que comúnmente ocupan las palabras para llenarlos con un momento de reflexión. Con recapacitar sobre lo que estamos haciendo -o dejando de hacer- para que dos años después haya otro medio millar de Aylan tragados en las aguas del olvido colectivo.
http://suscriptor.lne.es/suscriptor/oviedo-opinion/2017/09/18/medio-millar-despues/2165065.html
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