El Otero
La chispa de Colloto
Los despidos anunciados en la fábrica de Coca-Cola
29.01.2014
Carlos Fernández Llaneza
Donde éramos pocos parió la güela. No bastaba con Suzuki, Tenneco, Santa Bárbara y el largo reguero de despidos y cierres que están a punto de convertir a Asturias en un páramo industrial. Ahora otra factoría, la de Coca-Cola (Asturbega) que, aunque afincada en Siero, la sentimos también ovetense, baja la persiana y el último que apague la luz. La chispa de la vida que nos vendía sonrisas, alegría y felicidad dice que ahí os quedáis y que se siente. 87 de los 102 trabajadores de la planta se enfrentan a un futuro incierto, máxime cuando la compañía dice que "el cierre no está sujeto a discusión. La decisión está tomada". ¡Olé sus bemoles!
Creo que todos conocemos o hemos conocido a alguien que trabajaba en Coca-Cola y por los que sentíamos cierta envidia al imaginarlos todo el día bebiendo refrescos de gorra; cómo no recordar, por ejemplo, al gran Cándido García Riesgo. Muchos de los escolares de la EGB teníamos, como visita escolar ineludible, la planta de Coca-Cola, en la que mirábamos, sorprendidos y alucinados, el correr procesional, apurado y efectivo, de las botellas en aquel proceso alquímico, casi mágico. Buscábamos en los lugares más recónditos de la planta una caja fuerte, bien fuerte, en la que estuviera custodiada bajo siete llaves la fórmula secreta de la Coca-Cola, que también son ganas, mira tú. Salíamos de allí alucinados y cargados de bolis, globos, gorras o estuches. Alguno soñaba con ganar el premio literario que organizaba la marca cada año entre escolares, aunque, claro, difícil ganar si uno no se presentaba...
Pasó no hace mucho con otra marca emblemática, Chupa Chups en Villamayor, de la que creo que nos sentíamos orgullosos de su raigambre asturiana. Dos décadas atrás, otra industria emblemática de Colloto pasó también a la historia: Cervezas El Águila Negra. A ver quién no recuerda los cientos de carteles de bares con aquel bávaro bonachón, jarra de cerveza en ristre, o el avión que sobrevolaba las playas en verano publicitando la cerveza collotense; una empresa pionera en lo que ahora dan en llamar "merchandising", vamos, publicidad de toda la vida...
En fin, marcas y empresas de siempre que, como la juventud del poema de Rubén Darío, se van para no volver.
No hace muchos meses que, bajo el título de "pintan bastos", hablaba en estas líneas del rosario de cierres en el comercio local y la crisis que afrontaba; lamentablemente, las cosas parece que no pintan mejor y no puedo dejar de sentir preocupación por un futuro económico cuanto menos preocupante para Asturias y que ya, triste realidad, está obligando a nuestros hijos a emular a Pepe, el personaje de la película de Pedro Lazaga que interpretaba el genial Alfredo Landa, cogiendo su maleta y poniendo rumbo a Alemania o a mejores destinos donde encuentren lo que parece que aquí se les niega.
Quiero ser optimista y confiar en la pronta recuperación económica, en nuevas iniciativas empresariales, en el futuro de nuevos sectores como la biotecnología; confiar en el espíritu emprendedor que fue signo de identidad de los asturianos allá dónde fuimos, como el de Pepín Rodríguez, magnate del tabaco en Cuba y uno de los fundadores del Centro Asturiano de La Habana, benefactor del pueblo de Colloto y que, entre otras cosas, financió sus escuelas.
Pero lo cierto es que la dura realidad, en forma de dardo envenenado, se clavó en pleno centro de Colloto, pueblo singular que comparte sus raíces, río Nora por medio, entre su ser ovetense y el vecino concejo de Siero, y que, una vez más, llora la pérdida de una industria esencial.
Asturias, Oviedo, Colloto, merecen un futuro mejor. Hoy son los trabajadores de la planta de Coca-Cola los que ven un negro porvenir, mañana, quién sabe. De momento, la chispa de Colloto parece apagarse...
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