Contar lo que ves, lo que a veces piensas, lo que en determinadas ocasiones sientes... compartir una parte de tu vida en definitiva. Un blog es como abrir una pequeña ventana a tu entorno. Como dice Luis Rojas Marcos: "Internet es positivo porque nos une, nos conecta. El estar conectado nos prolonga la vida y no solamente añade años a la vida, sino vida a los años". Y Oviedo, siempre.
lunes, 24 de octubre de 2022
EL PILAR EN PILARES
El Pilar en Pilares
Sobre las fiestas del barrio ovetense y su edición de 1934
11·10·22
Seguro que recuerda su fiesta favorita, esa que retiene en lugar privilegiado en los anaqueles de su memoria. Tal vez la del pueblo de sus padres o abuelos. Quizá la de su barrio. O la semana grande de su ciudad. Pero sea la que fuere, seguro que hay una que, al evocarla, le dibuja una sonrisa. La fiesta que a mí me marcó fue la de Vallobín, Nuestra Señora de los Ángeles, en la primera semana de agosto. Fechas en las que los banderines, los arcos de luces, los pasacalles, los caballitos y las verbenas me hacían vivir una auténtica semana mágica. Casi todos los barrios celebraban sus propias fiestas. Hoy vamos a recuperar las fiestas de Nuestra Señora del Pilar, cuya cofradía había sido fundada en 1916, muy posiblemente como contestación al derribo del acueducto el año anterior. Su presidente fundador fue Aurelio Suárez. Comenzó con veinticinco socios llegando, en sus mejores momentos, a los dos mil. Durante años, se celebraban en el entorno de los Pilares, que, como dice el álbum de las fiestas de 1934, es un barrio "amurallado por grandes terraplenes adornado por el antiguo acueducto que le dio el nombre, y cercado por el camino de ferrocarril, como reptil sudoroso y anillado, que jadea la locomotora, llenando el espacio con el negro aliento de su nariz disforme, mientras los muñecos humanos (muchos, vecinos del barrio), cual chamuscados diablejos, la alimentan y atienden con laboriosidad y esmero". El programa de festejos, de tres días, incluía concurso de bolos, conciertos de las bandas de música de la Residencia Provincial y la Musical Ovetense que "a los acordes de airoso pasodoble se situarán en distinto lugar para amenizar la gran iluminación eléctrica que se celebrará en el barrio con asistencia de gaitero, tamborilero y otros atractivos". La primera jornada concluía con la "elevación de un hermoso globo". Por supuesto, imprescindible en toda fiesta que se precie, el reparto del "sabroso bollo con chorizo y litro de exquisito vino tierra de León o una botella de vino blanco terciado de la Nava". Otro clásico en las fiestas: el partido de fútbol. En este caso "en un campo próximo a la carretera de los Monumentos". Tampoco podía faltar la romería en los campos de San Pedro con las mismas bandas de música, gaitero y tamborilero. Completaban el programa concursos de llave y rana, sorteos de "infinidad de regalos" entre los socios, sorteo de "veinte cartillas de ahorro del Banco Central de esta localidad con la imposición de una peseta entre los socios menores de siete años" y para acabar la tercera jornada, "última iluminación eléctrica en la cual se organizará alguna sorpresa para animación de los asistentes".
Para el antropólogo Honorio Velasco "en la fiesta la comunidad cobra relieve. Las gentes ocupan los espacios comunes y allí, al amparo de sus símbolos materializan su identidad social. Las fiestas movilizan a todos, la participación es general y en ellas se expresa y ejerce la condición de miembro de una comunidad. Posiblemente no haya mecanismo social con tan especial magia de convocatoria y participación. La fiesta hace sociedad o, al menos, crea la ilusión de comunidad".
Así lo viví yo. Y, supongo, así lo habrán vivido ustedes.
https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/10/11/pilar-pilares-77100940.html
miércoles, 5 de octubre de 2022
UN BAR CON SOLERA
Un bar con solera
La Belmontina, un establecimiento histórico en la ciudad
03·10·22
Piensen en el nombre de un bar que les resulte significativo. ¿Ya...? Seguro que no les hizo falta más de un segundo para evocar el nombre de un establecimiento que haya formado parte de sus vidas. Por no escurrir el bulto les diré alguno. La Herradura en Vallobín. Vasos de agua para mitigar la sed en medio de las diarias correrías. De casera de naranja o sifón cuando había alguna peseta en el bolsillo. Primeras partidas a la máquina del pinball. Primera televisión en color en el barrio donde los sábados veíamos los dibujos animados gracias a la infinita paciencia del bueno de Luciano... El Abuelo. Iniciación a la cerveza. ¡Y qué pinchos de tortilla! El Marvi, también en el barrio. Horas y horas de tertulia y reuniones para cambiar el mundo con un vino y, si alguien se estiraba, unas patatas bravas. Ninguno existe. El tiempo, ya se sabe, va cobrando su factura. Pero hay bares que aguantan y han visto pasar ante su barra a multitud de ovetenses. Es el caso de La Belmontina. Uno de los más antiguos de Oviedo, sino el que más. Nació en los años veinte como bar y pensión en la plaza de la Catedral de la mano de Plácido Hevia y Pilar Menéndez, apodada La Belmontina por ser originaria de Belmonte de Miranda. Tras los daños sufridos en la Guerra Civil, se instala en el rincón de la calle del Águila, donde se ubica actualmente, en un lugar que antes había sido la sacristía de la vecina iglesia de San Juan. Hace cuarenta y nueve años tomaron las riendas del negocio los tinetenses Paz Muñiz, Pacita, y Manolo, quien, ya jubilado, y como me cuenta su hija Belén, no falta a su diaria partida de chinchón. Tuve la suerte de compartir un café con Belén y sentir su cariño y pasión por un negocio que regenta desde hace trece años aunque ya desde niña colaboraba con sus padres. Hablar con Belén es sentir que estamos ante algo más que un bar. Ante algo más que un negocio. Entre esas paredes está su vida. Creo no equivocarme si digo que su mayor orgullo es constatar cada día que sus clientes se sienten como en casa. Una clientela fiel que, a su vez, atraen nuevos clientes al contagiar sus propias sensaciones. A ver quién se resiste a la calidad que ofrece en platos tan exitosos como la carne guisada, los callos, los rollos de bonito o los huevos fritos con chorizo. No en vano, como ella mismo reconoce, "La Belmontina es La Belmontina por nuestros clientes. Son nuestros amigos".
Tantos años de historia hostelera en Oviedo dan para multitud de anécdotas y sucesos. Uno de los más renombrados fue el conocido como "crimen de La Belmontina". Sucedió en 1956. Unos clientes jugaban su partida de cartas. En medio de la partida surge una fuerte discusión. Uno de los jugadores, limpiabotas de profesión, sale del local corriendo. Su rival lo persigue y le da alcance en una calle próxima. De un navajazo lo mata. Un episodio que pasó a los anales de la crónica negra local.
En una de sus mesas se reunían habitualmente una de esas tertulias tan frecuentes en años pasados; hubiera dado algo por asistir como discreto oyente y escuchar a Macrino Suárez, Plácido Menéndez Arango, Lorenzo Cordero y José Manuel Nebot.
Pero lo importante es que hoy sus clientes siguen disfrutando de un bar que conserva parte de ese espíritu pasado pero que sigue formando parte de la rica tradición hostelera ovetense. Y por muchos años.
https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/10/03/bar-solera-76686622.html
UN TEATRO MERECIDO
Un teatro merecido
Sobre la construcción del Campoamor, inaugurado hace 130 años
26·09·22
Disfruto mucho mirando fotos antiguas. Reflejan momentos congelados en el tiempo. Rostros anónimos que han quedado grabados para siempre en una instantánea y de los que poco sabemos. Ni su nombre. Ni de dónde venían. Ni a dónde iban. Una cara que, en un juego con el tiempo, propone multitud de preguntas. Y una de las que me planteo cuando veo en algunas de ellas a personas claramente procedentes del entorno rural es qué sentirían al ver, por ejemplo, la Casa Conde, proyectada en 1904 por Juan Miguel de la Guardia. O el edificio del Círculo Mercantil, en Marqués de Santa Cruz, diseñado por Julio Galán Carvajal en 1912. O el magnífico chalet de Hermógenes Olivares o Palacio de Rodríguez Sampedro, obra del arquitecto Aguirre de 1833. No podía ser una mirada indiferente. Supongo que mi abuelo paterno, José, nacido en 1877 en Latores, vendría alguna vez a la ciudad quizá acompañado de mi bisabuelo Fernando Antonio. Imagino que contemplar todos estos ejemplos de la magnífica arquitectura que albergó nuestra ciudad no les dejaría indiferentes. Pero faltaba un edificio que la naciente burguesía local reclamaba: un teatro. El teatro de Comedias de El Fontán era pequeño, húmedo y frío. El 24 de abril de 1876 el alcalde José Longoria Carbajal constituye una comisión para "estudiar con discernimiento la forma y términos en que pueda realizarse la construcción de un nuevo teatro". A tal fin, convoca una reunión de vecinos "para procurar los recursos precisos". La comisión estaba formada, además de por el propio alcalde, por los señores Caicoya, Casielles, Masaveu, Buylla, Polo, Prado, Rodríguez del Valle, Zabaleta y Fernández Ponte. En un primer momento deciden construirlo en El Fontán pero, pese a la inicial acogida entusiasta, decae. El 2 de enero de 1882 la Corporación retoma el asunto valorando "la necesidad de un teatro digno de esta culta ciudad y del gran desarrollo que habrá de tener antes de pocos años. La imposibilidad de que se constituya una empresa para la edificación del coliseo es también palmaria. En tales circunstancias sólo cabe que el Ayuntamiento haga un sacrificio pequeño si se compara con los beneficios que proporcionará a la ilustración y moralidad de sus representados". Después de una campaña para la obtención de fondos se publicitan las bases para el concurso de proyectos con un presupuesto máximo de 300.000 pesetas. Expirado el plazo, el Ayuntamiento recibió de manos del arquitecto municipal, De Bolomburu, un proyecto remitido desde Madrid por los arquitectos Siro Borrajo y Montenegro y José López Salaberry. Tras su examen se concluyó que sumaba "todas las consideraciones científicas y de consideración práctica" por lo que fue aprobado. Pero faltaba un pequeño detalle: la ubicación. Hasta que el nuevo arquitecto municipal, Juan Miguel de la Guardia (siempre esencial) sugirió al alcalde en febrero de 1883 situarlo en la plazuela de Santa Clara, antigua huerta conventual. En mayo, De la Guardia, estaba ya dirigiendo las excavaciones de los cimientos. El 27 de junio, un emocionado José Longoria colocó la primera piedra. Meses de dificultades financieras y algún problema técnico parecían abocar el proyecto al desastre. Pero todo se supera y, a partir de la primavera de 1889, las obras cobran nuevo impulso gracias al empréstito de 200.000 pesetas conseguido por el Ayuntamiento. En la sesión municipal del 10 de mayo de 1890, el concejal Leopoldo Alas propuso que se le otorgase el nombre "del poeta asturiano más ilustre", Ramón de Campoamor, propuesta aprobada por unanimidad. Tras un sinfín de contratiempos económicos, administrativos y legales que daría para otra historia, por fin, el 17 de septiembre de 1892, el Teatro Campoamor abrió sus puertas con una representación de "Los Hugonotes" tras unos días de gran expectación que llevó a los responsables, durante las pruebas de iluminación, a abrir las puertas al público "para evitar conflictos si se persistía en el propósito de sólo permitir la entrada a determinadas personas". A partir de ahí continúa la historia. Lo que sí creo que puedo afirmar es que mis abuelos no tuvieron la ocasión de sentarse en sus butacas y sentir, al subir el telón, lo que muchos sí tuvimos la fortuna de vivir: envolvernos en una burbuja en la que los sentimientos, como un sutil hormigueo, fluyen serenamente regalándonos momentos únicos y las emociones, mecidas por la música, nos ofrecen un mágico e incomparable paréntesis de paz.
https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/09/26/teatro-merecido-75891302.html
lunes, 19 de septiembre de 2022
AMÉRICA EN ASTURIAS... Y EN LA MEMORIA
América en Asturias... y en la memoria
La huella que deja en el recuerdo el disfrute del día de las carrozas en plena infancia ovetense
19·09·22
Tarde de septiembre sin colegio. Nervios e inquietud. Se acerca la hora. Toca poner la ropa de fiesta. A medida que nos acercamos a las calles del centro se incrementa el rumor de la multitud. Buscamos un buen sitio. Poco a poco me cuelo entre el gentío para ponerme en primera fila. No quiero perder detalle. Es un día excepcional. De pronto, por Uría, enfilan los grupos folclóricos, las bandas de música. Las majorettes. Los abanderados italianos. Las deslumbrantes carrozas como sacadas de un cuento. Oviedo se dibuja con miles de trazos de serpenteantes colores. En el aire se cruzan las músicas de aquí con otras más lejanas y casi exóticas. Mi mirada no abarca tanto. Demasiados detalles. Los colores de los trajes asturianos se funden en perfecta simbiosis con la indumentaria polícroma de los que desandan el camino en sentido inverso al que lo hicieron tantos asturianos que dejaron atrás tierra, familia, amigos, amores, esperanzas y, para siempre, un trozo de su corazón. Pero todo me parece sensacional. Magnífico. Como si el regreso de la cotidianidad que presagia el fin del verano saltara por los aires con un esplendor difícil de imaginar.
Cuentan que a finales de los años 40 un artesano fallero valenciano comentó refiriéndose a la calle Uría: "Tienen ustedes una de las calles más bonitas de España para desfiles y cabalgatas". Desconozco si, como leí en algún sitio, Alfonso Iglesias oyó esa frase y fue la chispa que le encendió la idea para crear un gran desfile que sirviera como homenaje a los muchos emigrantes asturianos a América, que en verano volvían haciendo gala de su riqueza, especialmente de sus lujosos "haigas" por un Oviedo con apenas coches. Lo de "Haiga", como saben, viene de una frase atribuida a los "nuevos ricos" que al ir a comprar un coche pedían el más caro que "haiga". El primer desfile se celebró el 23 de septiembre de 1950 y congregó a miles de personas fascinadas por el lujo de casi 60 haigas engalanados de flores y banderas, nueve bandas de música y las carrozas. LA NUEVA ESPAÑA del 24 de septiembre de 1950 informaba sobre los ecos del novedoso desfile: “La fiesta más fina, más alegre, más fraternal, más comprendida, más penetrante, más rica, más españolamérica que hemos visto, ha sido la de ayer, organizada por la SOF, incorporada para siempre a las fiestas ovetenses y evidenciadora al mismo tiempo, de la capacidad, entusiasmo, sentido artístico y hasta sentido psicológico de sus organizadores. Loor a ellos y a cuantos han contribuido a que la esplendidez y la gracia se hubiesen hermanado tan patentemente”. Continua la crónica: “Cuando Oviedo dice “aquí estoy”, es tan señor, tan ponderado, tan afectuoso y tan noble que no hay lugar en el mundo donde puedan aventajarle”.
Calles repletas de miles de personas llegadas de toda Asturias en trenes especiales. La mayoría de asistentes lucía una banderita que los identificaba como colaboradores de la fiesta; la SOF había solicitado ayuda para recaudar el presupuesto de 102.634 pesetas de ese primer desfile que estuvo formado por doce carrozas, al frente de las cuales figuraba la sección motorizada de la policía local y, tras ellas, medio centenar de “haigas”. Las carrozas, instaladas en camiones, recreaban distintos pasajes de la vida del emigrante: “La aldea”, “La despedida”, “El desembarco”, una dedicada a México, otra con una pareja de gauchos danzando en medio de un paraje de la Pampa. Una más llamada “América” con un gran abanico compuesto con las banderas de los países latinoamericanos. “El retorno”, un globo terráqueo sobre el que destacaba un lujoso avión, costeada por la SOF. Cuatro más, del Ayuntamiento de Llanes, representando el mar, un jardín romántico, un cisne gigante y una escena musulmana. Cerraba el desfile una carroza aportada por la Fábrica de Armas que llevaba el nombre de “España”. En fin, como relataba este mismo periódico sobre aquel primer desfile: “Gracias a todos los que fueron causa de tanta pompa, de tanta donosura, de tanta gracia como la derrochada ayer en Oviedo con la brillante cabalgata del Día de América en Asturias”. Un día que, muchos años después, hoy, admiraré como si nada hubiera cambiado ni el tiempo hubiera pasado. Desde los ojos del niño que fui.
https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/09/19/america-asturias-memoria-75614887.html
lunes, 12 de septiembre de 2022
LA PERDONANZA DE OVIEDO
La perdonanza de Oviedo
12·09·22
Oviedo, un año más y por fin libres de restricciones, está de fiesta. Para encontrar los orígenes de esta semana festiva debemos remontarnos más de diez siglos atrás. Una tradición que proviene de unos privilegios otorgados en su día a la ciudad por considerarla como un auténtico relicario que acoge las Cruces de Oviedo y que atraía a multitud de peregrinos. La celebración del Jubileo de la Santa Cruz o Perdonanza era ya un acontecimiento en el siglo XVI. En el año 1537 se hablaba de procesión solemne por las calles, con el obispo vestido de pontifical portando la Santa Bula, de tapices colgando de los balcones y de antorchas luciendo noche y día en la Catedral. En el año 1563, en la tarde del 29 de agosto, "a toque de tambor y de pínfano, se manda la Perdonanza por las calles y plazas, que a media noche repiquen solemnemente las campanas y que a la mañana siguiente se toque música en la torre". A las 9 de la mañana deberá hacerse procesión con la Bula del Jubileo. Se mostrará el Santo Sudario, se rezarán maitines a media noche según la antigua costumbre, arderán lámparas toda la noche alrededor del coro. Se abrirá la puerta tapiada de la Cámara Santa hasta el final del Jubileo, como narra Enrique López Fernández en el libro "Las reliquias de San Salvador de Oviedo".
Es conocido que Alfonso II el Casto, una vez dispuesta la Cámara Santa, obtuvo del Papa indulgencias para todos aquellos que visitaran las reliquias. En la escritura de fundación de la Cofradía de la Cámara Santa se explica la llegada de las reliquias en un arca procedente del cercano Monsacro donde el rey Alfonso las depositó en una Cámara que llamaron Capiella de los Ángeles, y que contó, más adelante, con la donación de la Cruz de los Ángeles en el 808. La Cruz de la Victoria, de Alfonso III, llegaría un siglo más tarde. También a Alfonso II se debe la llegada de las cenizas de Santa Eulalia, traídas desde Santianes de Pravia. Estas reliquias fueron objeto de veneración desde antiguo y, aunque se encontraba entre ellas el Santo Sudario, éste no se menciona hasta el año 1075 cuando se abre el Arca Santa para inventariar su contenido a petición de Alfonso VI. No fue el Sudario protagonista hasta varios siglos después, por lo que las reliquias que motivaron el Jubileo son las cruces, especialmente, la Cruz de los Ángeles, por eso el Jubileo es conocido como de la Santa Cruz añadiendo el término de Perdonanza como símbolo de la alegría por el perdón. En Oviedo, el Papa Clemente VI, a petición del obispo Juan Sánchez, concedió en octubre de 1344 numerosas gracias y perdones "a todos cuantos quisieran ser cofrades de la santa Iglesia de San Salvador". Posteriormente, los capitulares solicitaron a la Santa Sede la gracia de un Jubileo como corresponde a un templo de la importancia de la Catedral de San Salvador. El Papa Eugenio IV en una Bula concede la indulgencia plenaria a cuantos visitaran la Catedral de Oviedo el día de la Exaltación de la Santa Cruz o una semana anterior o posterior; sabido es que los españoles somos de dejar las cosas para última hora, por lo que solía visitarse mayoritariamente en la semana posterior, congregándose más número de asistentes el 21, San Mateo, convirtiéndose así en el día más festivo.
Durante tiempo era costumbre colocar unas banderas rojas en la torre para señalar el periodo de la Perdonanza, tradición que este año, felizmente, se recupera. Como se recupera la mostración de la Cruz de los Ángeles en las misas entre los días 15 y 20.
Cuando los peregrinos regresaban a casa llevaban consigo unos regalinos o perdones. Así que si vienen por aquí estos días, cumplan, no vayan a decirles: "Fuistite a la romería, no me trajisti perdones, en veniendo les mayuques, maldita la que me comes".
En fin, un recorrido por nuestra historia para, una vez más, ser conscientes de que en el remoto pasado podemos hallar las respuestas a muchos hechos de nuestro presente.
https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/09/12/perdonanza-oviedo-75317154.html
FIESTA EN EL NARANCO
Fiesta en el Naranco
05·09·22
Oviedo ya no es la ciudad que sesteaba en el estío a la espera de que, con el mes de septiembre, el regreso de los veraneantes y los, para mí, temidos anuncios de Galerías Preciados de la “Vuelta al cole”, retomara su tono vital. San Mateo era la guinda del pastel. Días de fiesta que lanzan a los ovetenses a la calle a compartir diversión. Pero antes, Asturias tiene otra cita: Covadonga. Oviedo, por supuesto, no es ajeno a esa cita. El Centro Asturiano, desde la “resbalada planicie” del Naranco, tiene el honor de inaugurar este mes festivo como así sucedió el pasado viernes con el pregón a cargo del periodista ovetense Carlos Franganillo. Y, cosas de la curiosidad, me pregunto, ¿desde cuándo celebra el Centro sus fiestas? En agosto de 1968, la junta sugería la conveniencia de “la celebración de un día del club con reparto de bollo y vino”. Pero hubo que esperar hasta 1974 para que la directiva iniciase la llamada “Jira”; no confundir con la Jira que la Sociedad Amigos del Naranco y la Coral Vetusta instituyeron con notable éxito en 1929 y que se mantuvo hasta 1936. En septiembre de 1974, el Centro Asturiano organizó una Jira con “alicientes regionales”. Misa de campaña con gaita y tambor e invitación posterior a los socios a “sidra natural de espicha”. La jornada estuvo amenizada por los grupos de Coros y Danzas de Avilés, además de “los ases de la canción asturiana Josefina Argüelles y Enrique Palacio el abogau”. Un programa sencillo pero en el que “tampoco hacía falta más”, según informaba LA NUEVA ESPAÑA en aquellos días, añadiendo que “los alicientes fueron suficientes para que la fiesta, con la benéfica complicidad del buen tiempo, resultara magnífica”. A partir de ahí, la directiva asume el compromiso de continuar con la organización de esta celebración “hasta convertirla en una auténtica romería asturiana”. Así fue. Acudimos de nuevo a la hemeroteca. Septiembre de 1975. “La fiesta mayor de Asturias –el día de Covadonga– tuvo su celebración en Oviedo por obra y gracia del Centro Asturiano”. Coincidió la jornada en medio de un puente, pero a pesar de eso “la concurrencia fue muy numerosa en el Naranco”. La fiesta, una vez más, “estuvo basada en dos ingredientes esenciales: la misa de campaña y una espicha”. Tampoco faltaron la música de gaita y tambor “para ambientar típicamente la jornada institucionalizada ya en el calendario de la sociedad, recuperada para las tradiciones festivas de la ciudad”. El salto cualitativo vino en 1978 cuando se sientan las bases del actual modelo festivo. Por primera vez se elabora el álbum de fiestas en el que ya se detalla el programa para cinco días de festejos. Se inicia la “Mini Olimpiada del deporte”, vigente hasta hoy, con competiciones y exhibiciones de fútbol, baloncesto, tenis, natación, bolos, hockey sobre patines, atletismo, judo, chapó, petanca... Se programan dos verbenas, un festival del folclore asturiano, juegos infantiles, reparto del bollo y del vino y, el día de Covadonga, la consiguiente “alborada con parejas de gaiteros recorriendo la finca y lanzamiento de cohetes” antes de la misa de campaña. Oviedo, un año más, mira expectante hacia el Naranco por el privilegio de ser protagonistas del pórtico por excelencia del mes festivo de la ciudad, al abrigo de estas milenarias laderas del Naranco y bajo el cobijo de nuestra Santina confiando en que la fiesta, y solo la fiesta, sea noticia.
https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/09/05/fiesta-naranco-75033991.html
martes, 30 de agosto de 2022
"LA BARRACA" EN OVIEDO
"La Barraca" en Oviedo
Sobre la visita a la ciudad de Federico García Lorca y la compañía que dirigió con Manolo Ugarte en 1932
29·08·22
Érase una vez una experiencia de teatro popular que pretendió, en una España con demasiada oscuridad, llevar algo de luz en forma de cultura por todos los rincones del país. La idea fue de Federico García Lorca. Expuesta en 1931 al ministro de Instrucción Pública, Fernando de los Ríos, hombre vinculado a la Institución Libre de Enseñanza, quien le dio su aprobación. Lo que pretendía Lorca era "hacer arte. Pero arte al alcance de todo el mundo". La mayoría de los jóvenes componentes de "La Barraca" provenían de la universidad, amantes del teatro, convencidos de la importancia de sembrar de color un país gris y pobre no sólo económica, sino culturalmente. La compañía estaba dirigida por el propio Lorca y por Manolo Ugarte. Su debut tuvo lugar en la Residencia de Estudiantes de Madrid. En julio de 1932 iniciaron gira desde tierras sorianas para, a continuación, dejar las tierras de Castilla en dirección a Galicia. Tras representar en Ribadeo, el 2 de septiembre de 1932 actuaron en Grado cosechando un enorme éxito. Se cuenta que Lorca mantuvo con Valentín Andrés Álvarez, amigo con quien había coincidido en la Residencia de Estudiantes, una animada conversación hasta las tres de la madrugada en la sidrería "El Cabañu". El 3 de septiembre visitan Avilés. Y de Avilés rumbo a Oviedo, a donde llegaron el 4 de septiembre. A las doce y media de la mañana fueron recibidos con un ágape en la Universidad. Estaban presentes el decano, Ramón Prieto Bances y los profesores Estrada, Buylla, Granel y Carlón. También asistieron el ex director del Instituto de Enseñanza Media, Rogelio Masip y su compañero Acisclo Muñiz Vigo, así como representantes de otras instituciones de la ciudad. Concluida la recepción en la Universidad se dirigieron al monumento a Clarín. Allí, José Buylla manifestó: "De todos los homenajes rendidos a Clarín, ninguno tan conmovedor como éste en el que una juventud universitaria proclama el alto valor del maestro". Continuó el homenaje a Clarín en el cementerio de El Salvador. En presencia de su hijo, el rector Leopoldo Alas Argüelles, depositaron una corona de laurel en la tumba del escritor. De tarde, Lorca y sus acompañantes visitaron la Catedral acompañados por el canónigo Benjamín Ortiz, Ramón Prieto Bances y Víctor Hevia. Lorca permaneció sentado en un banco, en silencio, durante varios minutos. Tras salir de la Catedral se prodigó en elogios: "Esa Cámara Santa es un verdadero museo, valiosísimo, si no por la cantidad, por la calidad de lo que en ella se guarda. Un verdadero tesoro de un triple valor: religioso, histórico y artístico". Finalizada la visita sus pasos les acercaron al Fontán, para supervisar el "corral" donde actuarían esa noche. Todos los comentarios coincidieron en resaltar la belleza de la popular plaza ovetense. Un periodista escribió: "¡Pocos lugares en Oviedo que tengan un sabor de época tan característico como el de esa plaza de casas sencillas y recogidos soportales!". Se cuenta que, quizá llevado por la emoción acumulada en tan intensa jornada, Lorca manifestó: "El Fontán es el escenario urbano más importante de España". ¡Ahí queda eso! Las sillas colocadas por el Ateneo, responsable de que "La Barraca" viniese a Oviedo, se fueron ocupando con anterioridad a la hora de la función llegando a abarrotarse por completo. Fue el propio Lorca quien hizo la presentación del programa: tres entremeses de Cervantes, "La cueva de Salamanca", "Los dos habladores" y "La guarda cuidadosa". Resaltó el carácter altruista de su trabajo y que su único interés estribaba en que el pueblo "conociese el magnífico tesoro de nuestro teatro clásico". Gran ovación. Según recogía la prensa posteriormente: "el espectáculo se desarrolló dentro del mayor orden, sin que ocurriera ninguna clase de incidentes tan comunes en estas aglomeraciones de público en las que todos quieren colocarse en el mejor sitio". Al día siguiente, lunes, los componentes del grupo teatral visitaron los monumentos prerrománicos del Naranco guiados por el delegado de Bellas Artes, Aurelio de Llano y Roza Ampudia, y el escultor Víctor Hevia. Finalizada la visita, el Ateneo invitó al grupo a comer en el restaurante "Los Monumentos" en el que dieron cuenta de una gran fabada. Entre los comensales se encontraba el presidente de la Diputación, Ramón Peña, y "Los cuatro ases de la canción asturiana": Botón, Miranda, Cuchichi y Claverol. No es de extrañar que el ambiente fuera distendido, animado y divertido, especialmente por el sentido del humor con el que Claverol contaba distintas historias asturianas que hacían reír a los asistentes. De Oviedo partieron hacia Cangas de Onís y Santander. El 4 de septiembre se cumplirán noventa años de una efeméride reconstruida gracias a la hemeroteca y a un interesante trabajo, en 1982, de Juan Benito Argüelles en "Los Cuadernos del Norte". Recuerdo en el que va implícito el reconocimiento a esa gran labor popular de difusión de la cultura.
Foto: La Barraca en "Lo Monumentos" en 1932.
https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/08/29/barraca-oviedo-74283891.html
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