lunes, 24 de octubre de 2022

EL PILAR EN PILARES

El Pilar en Pilares Sobre las fiestas del barrio ovetense y su edición de 1934 11·10·22
Seguro que recuerda su fiesta favorita, esa que retiene en lugar privilegiado en los anaqueles de su memoria. Tal vez la del pueblo de sus padres o abuelos. Quizá la de su barrio. O la semana grande de su ciudad. Pero sea la que fuere, seguro que hay una que, al evocarla, le dibuja una sonrisa. La fiesta que a mí me marcó fue la de Vallobín, Nuestra Señora de los Ángeles, en la primera semana de agosto. Fechas en las que los banderines, los arcos de luces, los pasacalles, los caballitos y las verbenas me hacían vivir una auténtica semana mágica. Casi todos los barrios celebraban sus propias fiestas. Hoy vamos a recuperar las fiestas de Nuestra Señora del Pilar, cuya cofradía había sido fundada en 1916, muy posiblemente como contestación al derribo del acueducto el año anterior. Su presidente fundador fue Aurelio Suárez. Comenzó con veinticinco socios llegando, en sus mejores momentos, a los dos mil. Durante años, se celebraban en el entorno de los Pilares, que, como dice el álbum de las fiestas de 1934, es un barrio "amurallado por grandes terraplenes adornado por el antiguo acueducto que le dio el nombre, y cercado por el camino de ferrocarril, como reptil sudoroso y anillado, que jadea la locomotora, llenando el espacio con el negro aliento de su nariz disforme, mientras los muñecos humanos (muchos, vecinos del barrio), cual chamuscados diablejos, la alimentan y atienden con laboriosidad y esmero". El programa de festejos, de tres días, incluía concurso de bolos, conciertos de las bandas de música de la Residencia Provincial y la Musical Ovetense que "a los acordes de airoso pasodoble se situarán en distinto lugar para amenizar la gran iluminación eléctrica que se celebrará en el barrio con asistencia de gaitero, tamborilero y otros atractivos". La primera jornada concluía con la "elevación de un hermoso globo". Por supuesto, imprescindible en toda fiesta que se precie, el reparto del "sabroso bollo con chorizo y litro de exquisito vino tierra de León o una botella de vino blanco terciado de la Nava". Otro clásico en las fiestas: el partido de fútbol. En este caso "en un campo próximo a la carretera de los Monumentos". Tampoco podía faltar la romería en los campos de San Pedro con las mismas bandas de música, gaitero y tamborilero. Completaban el programa concursos de llave y rana, sorteos de "infinidad de regalos" entre los socios, sorteo de "veinte cartillas de ahorro del Banco Central de esta localidad con la imposición de una peseta entre los socios menores de siete años" y para acabar la tercera jornada, "última iluminación eléctrica en la cual se organizará alguna sorpresa para animación de los asistentes". Para el antropólogo Honorio Velasco "en la fiesta la comunidad cobra relieve. Las gentes ocupan los espacios comunes y allí, al amparo de sus símbolos materializan su identidad social. Las fiestas movilizan a todos, la participación es general y en ellas se expresa y ejerce la condición de miembro de una comunidad. Posiblemente no haya mecanismo social con tan especial magia de convocatoria y participación. La fiesta hace sociedad o, al menos, crea la ilusión de comunidad". Así lo viví yo. Y, supongo, así lo habrán vivido ustedes. https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/10/11/pilar-pilares-77100940.html

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