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lunes, 7 de febrero de 2022
LA ROMERÍA DE LA CANDELERA
La romería de la Candelera
Una fiesta histórica en el calendario local que se celebraba junto al monasterio de San Pelayo
07·02·22
Vamos de romería. En este caso a la primera del calendario festivo local: el 2 de febrero. También conocida como romería de las naranjas. Heredera de la “festa candelarum” romana. Festividad litúrgica de la presentación del Señor en el templo y de la purificación de la Virgen. Se celebraba en el entorno del convento de San Pelayo por donde se instalaban puestos de naranjas que se extendían por la muralla hasta la calle del Águila. Aunque ya hemos hablado alguna vez sobre ella, retomo la mirada sobre esta extinta romería de la mano de Ramón Prieto Pazos y José Mª López-Doriga del Busto que, en su libro de 1889 “Siluetas Ovetenses”, hacen una curiosa descripción. En su opinión, debido al frío propio de la época y a que “el zumo de la manzana y el de la uva más o menos auténtico que en las tabernas de la demarcación se bebe con exceso, se neutralizan con frutos harto refrescantes, no se observan en esta romería aquellas grandes filoxeras que se lucen en otras, y se traducen muy libremente por garrotazos y puñaladas, con terror de la gente pacífica”. Menos mal. Parece que muchos de los romeros gustaban de prácticas poco afortunadas; veamos: “Valor y piernas requieren para ejecutar una serie de ascensiones, en plano de tal inclinación y no exento de peligros dada la humedad del suelo tan frecuente en aquel tiempo, y dados los muchos arqueros que provistos de gomas acechan traidoramente la cara de un individuo con la sana intención de producirle un cardenal o dejarle tuerto a expensas de un tiro de cáscara de naranja lanzado a gran velocidad”. Muy graciosos. No en vano, Prieto y López-Doriga consideran que “Este, para el que le guste, es el principal chiste de la romería. Cupido ha cambiado sus saetas por pellejos de naranja y ama y odia a pellejazo limpio, sin que la policía evite las muchas equivocaciones que padecen los pequeños Tenorios, dirigiendo sus tiros a mamás respetables y caballeros pacíficos. Y eso que la batalla dura todo el tiempo que dura la romería –las tres últimas horas de la tarde– sin que en tan largo tiempo se agoten los proyectiles gracias a los muchísimos acumulados con anticipación en los arsenales de la plaza de Feijoo y calle San Vicente”. Pues qué quieren que les diga, no acabo de verle la gracia a los hábitos de nuestros ancestros. Tal era la abundancia de naranjas que transformaban el lugar en “otro jardín de las Hespérides en las que las ricas naranjas de Muros, lucen su tamaño, enviando de paso aromáticas emanaciones con el noble fin de incitar el gusto escogido al comprador”. Se congratulan, además, de que ya no sólo se exhibían naranjas de la provincia sino que, gracias a las comunicaciones, los ovetenses disfrutaban de frutos provenientes de Murcia y Valencia que “se atrevieron a traspasar los Pirineos asturianos”. Eso sí, los manzanos que “en apretados haces descansan muellemente contra las tapias del convento de San Pelayo, pueden hacer gala de su abolengo asturiano”. Los compradores prestaban más interés a los frutales y eso llevaba a descuidar la romería “estando como quien dice al negocio y nada más; pero cuando las tinieblas de la noche han ahuyentado a la alegre concurrencia, cuando ya no queda ni un solo puesto en la romería, empieza para ellos la fiesta en cualquier taberna yendo a terminarla en las primeras horas de la madrugada, en la más próxima a su casa, última capilla de las muchas visitadas, si antes, y por mor de haberse estrenado las pértigas que mercaron con los manzanos en la romería en las costillas de alguno, no fueron a dar de bruces en el blando lecho del depósito municipal al abrigo del relente. Epílogo digno de una fiesta para la que es necesario llevar la cara blindada y bien forrado el cuerpo”.
Afortunadamente, hoy en día prevalece la calma y nuestras queridas Pelayas siguen celebrando cada 2 de febrero la fiesta de las Candelas en paz al igual que el día 3 se conmemora a San Blas; no en vano, custodian una imagen y reliquia del Santo llegadas con las monjas de Santa María de la Vega tras su injusta e injustificada expulsión en 1854. Si les place, podrán endulzar el paladar con las famosas rosquillas de San Blas que con tanto cariño elaboran las benedictinas. Y las naranjas, para el desayuno.
https://www.lne.es/oviedo/opinion/2022/02/07/romeria-candelera-62391257.html
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