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miércoles, 17 de noviembre de 2021
LEÓN SALMEÁN: CIENCIA EN OVIEDO
León Salmeán: ciencia en Oviedo
El catedrático de Química de la Universidad que inició los registros meteorológicos en la ciudad
08·11·21
Se dice que en Oviedo, mucho antes de la era de las aplicaciones del tiempo que todos llevamos en el bolsillo e, incluso, anteriormente a que Mariano Medina, el “hombre del tiempo”, entrase en nuestras casas con aquellos mapas artesanales con borrascas, anticiclones e isobaras en blanco y negro, si querían saber si iba a llover miraban hacia La Cuesta. Si estaban tendidas las sábanas al verde no hacía falta coger el paraguas; las lavanderas naranquinas habían adquirido buen saber en cuestiones meteorológicas por la cuenta que les traía. Pero parece que las lavanderas siempre despertaron recelos. Primero fue la lavadora “Duplico”. En su agresiva publicidad clamaba: “Naranco, pulmón de Oviedo, cuyas brisas purifican el aire morboso de la ciudad, constituye, por sus lavaderos –donde se limpia la ropa de la mayor parte de los ciudadanos– un gravísimo peligro para la salud pública. ¡Cuántas enfermedades contagiosas habrán sido transmitidas por este vehículo al que tan poca importancia se le concede!”. Ahí queda eso. Y en 1851, en la torre del edificio de la Universidad en la calle San Francisco, se estableció el primer observatorio meteorológico, así que, a partir de ahí… Pero a lo que vamos.
Plaza de Riego y edificio de la Universidad, con el observatorio en la torre, en una postal de los años 30.
El responsable de este antecesor del observatorio del Cristo, establecido en 1972, es León Pérez de Salmeán y Mendayo. Nació en Madrid en 1810 aunque se trasladó en su juventud a Oviedo para estudiar Ciencias Naturales y Farmacia. En 1831 le conceden una cátedra de química aplicada y en 1834 obtiene una plaza de catedrático en la Universidad de Oviedo. Fue catedrático de química general aplicada, de física experimental, de historia natural y fisiología. Ejerció también su labor docente en el Instituto de segunda enseñanza y en la escuela para obreros dirigida por la Sociedad Económica de Amigos del País. Dirigió, asimismo, el Jardín Botánico, la Academia de Matemáticas que él mismo había fundado y el citado observatorio meteorológico. Como ejemplo de su celo científico, consta que León subía cada día a la torre a las 9 de la mañana, al mediodía y a las nueve de la noche. Anotaba la temperatura máxima y mínima, precipitaciones si las hubiere, y la velocidad del viento. El 1 de marzo de 1851 efectuó su primera anotación convirtiendo así a Oviedo en la ciudad con la cuarta serie de mediciones más antigua de España; las primeras se obtuvieron en Cádiz en 1778. Posteriormente, distintos catedráticos subían cada día a la torre. Así fue hasta 1936; sólo una excepción anterior: octubre de 1934. Un proyectil cayó sobre las torre y destruyó la escalera por la que accedían. Tras la guerra civil continuaron haciéndolo hasta que entró en funcionamiento el observatorio actual.
Otra participación de Salmeán en la vida de la ciudad fue su responsabilidad en uno de los primeros alumbrados ovetenses. Si bien podemos considerar el 15 de agosto de 1892 como la fecha de puesta en marcha del alumbrado eléctrico en Oviedo gracias a la central de Santa Clara, llamada así por ubicarse en terrenos que habían pertenecido al convento femenino franciscano. Constaba de dos calderas de vapor que daban energía a tres motores con tres dinamos “Graunme” con una potencia cada una de ellas de 25 kilovatios. Pero antes, hubo un alumbrado con motivo de las fiestas mateínas y Salmeán fue el responsable.
León ocupó el rectorado entre 1866 y 1867 y entre 1868 y 1884. Falleció en Oviedo el 2 de septiembre de 1893 tras vivir en la ciudad más de setenta años.
Queden hoy estas líneas como recuerdo de un hombre que vivió por y para la ciencia contribuyendo a hacer el mundo que le rodeaba un poco mejor.
https://www.lne.es/oviedo/opinion/2021/11/08/leon-salmean-ciencia-oviedo-59282921.html
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