EL OTERO
Oviedo: calidad de vida
Las bondades como ciudad de la capital asturiana
Carlos Fernández Llaneza 19.10.2020
No descubro nada nuevo diciendo que Oviedo es una gran ciudad para vivir. Hace años que presumo de ello donde quiera que voy. Siempre me sentí muy orgulloso de ser ovetense. Por eso no me sorprenden los datos que arroja un estudio encargado por la Dirección General de Política Regional y Urbana de la Comisión Europea: Oviedo y Málaga destacan como las ciudades de mayor calidad de vida en España. Este estudio analiza, entre 79 ciudades europeas, la satisfacción de los residentes con sus infraestructuras, situación de la vivienda, empleo, seguridad, servicios, limpieza, polución o espacios verdes. Oviedo destaca en limpieza, compartiendo el galardón con Luxemburgo. También es manifiesta la satisfacción de los ovetenses en seguridad ciudadana, espacios públicos, confianza en los conciudadanos y relación calidad precio en la vivienda. En global, Copenhague se lleva el primer premio; sus ciudadanos son los europeos más satisfechos con su ciudad.
Bien está que Oviedo destaque. Y me alegra porque las noticias en positivo no abundan. La actualidad diaria en el ámbito sanitario, político y económico deja mucho que desear. La preocupante desafección de los ciudadanos con la política en general crece de día en día. Los consensos, tan necesarios en tiempos de crisis, aunque se esperan, de momento, no están. Así que bien está encontrar un hueco en el periódico que nos diga que los ovetenses nos sentimos orgullosos de nuestra ciudad.
Pero estos datos de la Comisión Europea quizá nos puedan servir también para ir un poco más allá y mover a reflexión; me explico. Supongo que al igual que muchos de ustedes, me sentía muy orgulloso de Oviedo aun cuando mis calles eran de barro sempiterno en invierno y polvo a mansalva en verano. Y también alardeaba de mi ciudad incluso cuando abundantes edificios señeros eran más grises que polícromos. Por tanto, la satisfacción con la ciudad quizá no se base solo en parámetros mensurables. Hay algo en Oviedo que nos llega muy dentro. Intangible e inconcreto. Por eso nos enfadamos cuando vemos algunas de nuestras señas de identidad en un manifiesto deterioro. Nos indigna profundamente constatar la cantidad de patrimonio arquitectónico, histórico o natural que han dejado caer. Y nos irrita hondamente cuando vemos que se escapan magníficas oportunidades de construir una ciudad mejor.
Por otra parte, es lógico que este estudio nos congratule; pero no nos durmamos en la complacencia. Estos datos bien pueden servir de acicate para trabajar por un futuro más ambicioso. Y ese futuro pasa por diseñar el camino hacia la ciudad sostenible, solidaria, justa, inclusiva y saludable que ha de ser. Dejando atrás rivalidades estériles y posicionamientos sectarios. Huyendo de ocurrencias controplacistas. Construyendo y aportando entre todos; pero eso sí, desde un pragmático realismo y sentido común, no vayamos a ir, como en el cuento, tan ensimismados camino de ese futuro utópico con nuestro cántaro de leche en la mano que no veamos las piedras del camino y ¡zas! leche y sueños por los suelos.
Sigamos sintiéndonos orgullosos de este Oviedo; es tarea de todos. Y que los ovetenses del futuro, ojalá, puedan decir lo mismo.
https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2020/10/19/oviedo-calidad-vida/2697268.html
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