Calles de pasión y esperanza
Una Semana Santa inédita a la espera de un futuro mejor
Carlos Fernández Llaneza 13.04.2020
Se fue. Casi sin verla. Casi sin sentirla. Casi sin vivirla. Hemos dejado atrás una Semana Santa extraña. Inédita. Una Semana Santa que habrá dejado huecos en muchos corazones que aguardaban, ansiosos y gozosos, a que el calendario dictara que ya era la hora. El momento de salir a las calles en esa afirmación popular de fe, ajustada combinación de devoción, cultura y tradición. Pero esta primavera no sentimos los pasos por Oviedo. Ni los hemos visto. Faltaron los pasos de los caminantes. De los visitantes. De los que, curiosos y expectantes, se hubieran asomado a nuestra ciudad. Y a nuestra Semana Santa. Celebraciones que aguardaban en el inquieto corazón de los cofrades. Este abril tampoco se vieron los pasos artísticos de las cofradías ovetenses. No se vertieron gotas de cera -lágrimas emocionadas- sobre el asfalto de la ciudad. No oímos la acompasada cadencia del repiqueteo de las horquetas. Ni resonaron las cornetas y los tambores, música y sentimiento, que hubieran acompañado a Jesús en su Borriquilla, al Cristo de la Misericordia, al Nazareno, a Jesús Cautivo o a la Dolorosa. No. Tampoco hubo multitud alguna agolpada en las aceras a la espera impaciente del paso de las cofradías. Oviedo no olió a incienso. Ni a laurel florido. Este año se impuso el silencio. Un lastimero silencio. Mayor que el que nos hubiera emocionado el Martes Santo en Santa María la Real de la Corte. Tampoco ninguna desgarradora saeta rompió el silencio en la madrugada ni conmovió las miles de miradas que se hubieran clavado en el Señor de la Sentencia. Y entonces, ¿No hubo Semana Santa? Sí. Claro que la hubo. Distinta. La vi en rostros reales. Dios sí transitó su semana de pasión de nuevo. A nuestro lado. Y al lado de miles de personas que sienten en sus carnes los lacerantes latigazos de una enfermedad inesperada. Sí. Dios pasó por aquí. ¿O es que las marcas dejadas en el rostro de una joven enfermera por la máscara de protección después de una larga y agotadora jornada no son equiparables a las heridas punzantes de la corona de espinas? ¿Acaso la congoja de los ancianos que confrontan, aovillados en hiriente soledad, cara a cara a la muerte no se asemeja a la angustia que sufrió Jesús en Getsemaní? ¿No eran acaso las puertas de urgencias o los improvisados hospitales de campaña justificadas estaciones de penitencia? ¿No eran los trajes verdes o blancos de todo el personal sanitario acertado símil de las capas moradas o rojas de nuestros nazarenos? ¿No era un exhausto sanitario, sosteniendo con delicada ternura la mano a un enfermo moribundo, adecuada metáfora del Cirineo de hoy? ¿Y no se asemejan, a nada que le pongamos un poco de imaginación, las largas filas de camiones recorriendo España para dotarnos de todo lo necesario a cualquier procesión? Y no solo ellos: Policía, Guardia Civil, militares, Protección Civil, servicios de limpieza, las tiendas abiertas del barrio y los que están en las cajas de los supermercados o reponiendo incansablemente estanterías; agricultores, ganaderos, panaderos y tantos y tantos que han dado lo mejor de sí han sido los que, ejemplarmente, contribuyen a aligerar el peso de la cruz que hoy nos toca sobrellevar. Todos ellos y muchos más que, a través de iniciativas solidarias, han demostrado que todavía podemos creer en nosotros mismos.
Juntos podemos estar seguros de que la Pascua llegará. Resucitaremos como sociedad. Y nunca, nunca olvidaremos esta peculiar Semana Santa que dejó Oviedo en silencio, sí, pero un silencio que se tornará en esperanza compartida en un futuro mejor.
https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2020/04/13/calles-pasion-esperanza/2624089.html
Hola Carlos:
ResponderEliminarMi nombre es Claudia y también soy de Oviedo aunque hace años que no vivo ahí. He llegado a tu blog buscando información sobre un antiguo comercio de Oviedo. Quería saber si sabías algo más del tema. Si te parece escríbeme un e-mail y te digo por ahí: cnalvarezfdez@gmail.com
Gracias,
Claudia