El Otero
Usos y abusos de la plaza de la Catedral
La añoranza del belén ante el templo y lo poco idóneo de situar una pista de hielo
Carlos Fernández Llaneza 04.12.2016
No sé qué habría opinado Clarín si hubiera vivido para ver la plaza de la Catedral convertida en un gran aparcamiento. No hace tanto que lo era. Muchos de ustedes seguro que lo recuerdan. Quizá hubiera añadido alguna línea más a ese hermoso párrafo en el inicio de La Regenta cuando describe nuestra Catedral: "Mejor era contemplarla en clara noche de luna, resaltando en un cielo puro, rodeada de estrellas que parecían su aureola, doblándose en pliegues de luz y sombra, fantasma gigante que velaba por la ciudad pequeña y negruzca que dormía a sus pies".
En los años ochenta no eran pocos los ovetenses que encontraban en los humos escupidos por tanto tubo de escape el motivo de la negritud de su piedras ancestrales. Y que no era el mejor sitio para un estacionamiento parecía obvio. No era asunto menor, qué duda cabe. Tal era así que, a inicios de 1982, la Comisión de Patrimonio Histórico Artístico del Principado se dirigió al Ayuntamiento para pedirle la supresión del tráfico en el entorno de la Catedral o, al menos, autorizado sólo a transporte público. Con el tiempo y una caña todo se alcanza. Hoy, la piedra luce limpia. El pasado viernes se cumplieron veinticinco años del exilio de los coches del casco antiguo pero la plaza no quedó exenta de riesgos. Y así, cada año, surgen voces cuestionando la idoneidad de tan señero lugar como escenario de la hoguera de San Juan o de los conciertos de San Mateo. Nadie duda que lo primordial ha de ser preservar la integridad del templo catedralicio. En eso estaremos todos de acuerdo. ¿Sufre realmente la Catedral algún riesgo con la hoguera o con las vibraciones de la música mateína? No conozco ningún estudio que afirme categóricamente que sí o que no, aunque existan informes al respecto. Lo que sí dicta el sentido común es que, cuantas menos agresiones, mejor. Preservar la armonía y belleza de este epicentro histórico y sentimental de la ciudad tampoco habría de ser cosa menor, evitando que cualquier instalación lo fagocite. Aunque, como siempre, la virtud ha de encontrarse en un término medio. En cualquier caso, la plaza de la Catedral es cita obligada para cuantos deciden visitar la ciudad; una foto con la Sancta Ovetensis de telón de fondo es ineludible.
Durante años fue escenario óptimo para la instalación del Nacimiento en las fiestas navideñas, hasta que el pasado año fue trasladado a la plaza de Trascorrales. Personalmente confieso que lo echo de menos. Y este año la novedad es que el emplazamiento ha sido elegido para la instalación de una gran pista de hielo. Una carpa que secuestra la hermosa vista de la Catedral. Nada tengo en contra de las pistas de hielo, quede claro, pero imagino que el debate está servido. ¿Es la plaza de la Catedral el lugar idóneo para esa instalación? ¿Ustedes que creen?
Óscar Wilde era del parecer de que sólo podemos dar una opinión imparcial sobre las cosas que no nos interesan y que, sin duda, por eso mismo las opiniones imparciales carecen de valor; pues bien, servidor, que en este asunto no se declara imparcial, con todo respeto hacia el criterio de los demás, cree que no.
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