Cuando la Santina fue a Los Arcos
Hace hoy 65 años que la Virgen de Covadonga paseó por Oviedo entre el gentío
12.06.2016
Carlos FERNÁNDEZ LLANEZA
Se cumplen hoy 65 años. Fue el 12 de junio de 1951. Ese día, la Santina no estaba en su "trono de la cuna de España". Estaba en Oviedo y, más concretamente, visitaba la parroquia de San Pedro de los Arcos. Atrás quedaban meses de exilio en París a causa de la Guerra Civil y, años después del fin de la contienda, visitaba diversas parroquias asturianas con motivo del Año Santo Mariano. Ese 12 de junio fue recibida por multitud de fieles en una engalanado puente de Ramiro I, desde el que fue llevada en volandas hasta la iglesia parroquial donde tendría lugar una emotiva Eucaristía, según narran las crónicas de la época.
Y, como con las cerezas, tiro de esta historia y salen otras enlazadas. El poder de la curiosidad me lleva a preguntarme por las vicisitudes de la Santina durante la Guerra Civil. Una historia sorprendente. Para ello, una de las fuentes que me merecen más garantías es la del fallecido sacerdote asturiano Silverio Cerra que hizo una interesante labor de investigación a este respecto.
La guerra civil llegó a Covadonga el 6 de agosto de 1936, cuando jóvenes milicianos de Cangas de Onís acceden al santuario al atardecer. A partir de ese momento comienzan las detenciones de miembros del cabildo y la basílica y la cueva son clausuradas. La Santina permanece en su altar del camarín, el diseñado por Roberto Frassinelli. A finales de septiembre se detecta que han sido robadas su corona de plata, la rosa de oro de su mano y las vestiduras de filigrana. Días después desaparece la imagen. Alguien había sacado la Santina de la cueva y la había escondido en un armario ropero de dicho hotel, donde era tutelada por Marina, hija de un mecánico de Covadonga, "Julio el de los Ingleses", y responsable del departamento de lencería. Tanto Marina como su novio eran socialistas.
Sobre su salida de Asturias ésta es una de las versiones más plausible contada por su protagonista, el pintor y escultor ovetense Goico Aguirre que, en el verano de 1936, había sido nombrado delegado de Bellas Artes de Asturias y recibido el encargo de ordenar la recogida de cuantos libros y obras de arte estuviesen en peligro de ser destruidas. El propio Goico Aguirre contaba cómo sucedió: "La semana pasada viví una verdadera aventura. Llegó de Madrid una orden, firmada por el ministro Giral. Me llamaron con urgencia, ¡menudo susto me dieron! La orden era de Indalecio Prieto. Pedía que por el delegado de Bellas Artes se recogiese la imagen de la "Santina" de Covadonga, se sacara de España y se depositara en la Embajada de España en París. La intención era que los nacionales no hicieran propaganda negativa con la destrucción del santuario. Belarmino Tomás y otros consejeros me encargaron de traer a Gijón la imagen de la "Santina", si es que no había sido ya destruida. Me entregaron un misterioso documento y pusieron a mi disposición un coche y dos milicianos armados. Cuando llegué a Covadonga, me encontré con que la Cueva había sido quemada y la Basílica saqueada, así como las casas de los canónigos. En la imprenta del Cabildo imprimían los comunistas el semanario Milicias y el hotel Pelayo estaba convertido en el hospital de guerra. Lo dirigía el famoso cirujano ovetense doctor Clavería, a quien la guerra había sorprendido fuera de Oviedo. Era amigo de la familia. Hombre de derechas, buena persona y excelente profesional. Al reconocerme respiró. Me confesó que pasaba verdadero terror cuando llegaban emisarios del Comité de Gijón. Al informarle de mi extraña misión por encargo del Gobierno, me confesó que la imagen la habían salvado del incendio unas monjas que él tenía camufladas de enfermeras en el hospital. Clavería llamó a la monjas, las informó y les ordenó que trajesen la imagen. La trajeron envuelta en una sábana. Al entregársela lloraban. Despojada de manto y corona, nadie reconocería a la "Santina" en aquella pequeña y tosca talla de madera. Había sido hecha para restituir a la gótica que se había quemado en el incendio que sufrió el santuario en el siglo XVIII. Allí tenía yo la imagen entre religiosa y folclórica que veneran todos los asturianos, hasta los que no creen en Dios. Pero aún fue mejor la segunda parte -continúa Goico Aguirre-. Llegué a Gijón con la imagen y la guardé en un armario del Ateneo. Llamé a uno de la Delegación de Cultura que tenía ínfulas de pintor y le conté lo ocurrido. Entre los dos preparamos un informe y lo llevamos junto con la imagen a la "Casa Blanca", domicilio del Consejo en la calle San Bernardo. Previamente se había convocado una junta. Una vez leído el informe se trató de designar la persona que cumpliese la orden del Gobierno. Había que llevar en secreto la talla a la Embajada de París. Todos los presentes hubiesen querido ser designados, yo el primero, pero nadie se atrevía a hablar. Estaba en la reunión como miembro del Comité cenetista el profesor Eleuterio Quintanilla. Pretextando su mala salud y escasa utilidad para la lucha se ofreció y lo aceptaron. Yo creo -recalca Goico Aguirre- que le concedieron la salida al profesor en atención a su escasa salud y a su mucho miedo. A Quintanilla, como le suele suceder a muchos teóricos, le asustaba ver sus ideas convertidas en realidad. Hace dos días que salió del Musel a bordo de un barco. El avispado Gondi comentó: La Virgen de Covadonga llega a París en el equipaje del teórico santón anarco sindicalista que no piensa volver. Puede decirse que él salvó a la Virgen de Covadonga y a la recíproca, la Virgen lo salvó a él".
De aquella época data una copla popular que decía: "La Virgen de Covadonga ye piquiñina y galana, marchose con Quintanilla porque ye republicana".
El 1 de octubre de 1937, el IV Tabor de Regulares de Alhucemas, las Brigadas de Castilla y la V Brigada de Navarra toman Covadonga. Pero de la imagen de la "Santina" nadie sabe nada. Año y medio después, la guerra finaliza. Según cuenta Cerra, en París, un hombre se dirige al claretiano Joaquín Aller, director de la Misión Española, y le dice: "Yo soy un comunista asturiano. Es el caso que la Santina asturiana, patrona de mi tierra, está, entre otros tesoros artísticos, almacenada en la Embajada. Ésta va a ser evacuada y yo no quiero que esta imagen tan querida sufra más ultrajes".
El claretiano le pide a aquel hombre que la esconda y éste la oculta en un pequeño hueco, junto al ascensor. Cuando en marzo de 1939 las nuevas autoridades del franquismo entran en la Embajada hallan, en medio de cajas saqueadas, una sin abrir con el letrero "Virgen de Covadonga". Según Silverio Cerra, el anarquista Ramón Álvarez Palomo dejó escrito: "Ese símbolo de la cristiandad, al margen de toda creencia y desmintiendo la ferocidad que se nos atribuye, fue puesto a salvo por los "rojos" y custodiado por el hombre más representativo del fondo humanista del anarquismo: Eleuterio Quintanilla".
Afortunadamente hoy la "Santina" sigue, desde su "Cova Domínica", como se canta en su himno, "brillando en la altura más bella que el sol".
http://suscriptor.lne.es/oviedo/2016/06/12/santina-arcos/1941251.html
Buenos días, Carlos. He llegado hasta aquí casualmente, y, con tu permiso, me quedo y comparto, porque esta historia siempre me ha parecido muy interesante. Muy buen artículo. Un saludo y feliz domingo.
ResponderEliminarA tu disposición.
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