Falín de Vetusta
Sobre la figura del poeta en asturiano y pintor aficionado
05.10.2015
Carlos Fernández Llaneza
La historia de un país, de una ciudad, no se construye sola porque sí. La construyen las personas, día a día, con sus actos, sus palabras, con sus vidas. Obvio. Muchos de esos nombres pasan a la memoria colectiva. Perduran en sus libros y archivos. Se les recuerda siglos después. Pero hay otros muchos que se desdibujan con el tiempo. Hombre, no todos van a cruzar el umbral de la posteridad, pero ¿a que seguro que todos recordamos a muchos que merecieron perdurar en el recuerdo más de lo que lo han hecho? Estoy convencido de que la respuesta es afirmativa.
Bien, todo esto viene a cuento porque hace años encontré en un álbum de las fiestas del Vallobín de 1950 una copla sobre las fiestas de San Pedro que reproduje en más de una ocasión y que firmaba "Falín de Vetusta", del que nunca supe quién era. Pero mira tú por dónde, al citarlo hace unos meses en estas líneas, uno de sus sobrinos tuvo a bien contactar conmigo y revelarme algo más de su tío. Agradecido. Y me gustaría evocar a Falín y personalizar en él a muchos ovetenses que amaron su ciudad, escribieron sobre ella y mantuvieron viva la llama de la sensibilidad y el cariño hacia las costumbres, tradiciones y cultura asturianas.
Rafael Rodríguez García nació en Oviedo en 1906 y falleció el 26 de noviembre de 1977. Era hijo de Rafael Rodríguez Pereira, concejal del ayuntamiento de Oviedo durante la II República. Rafael era intendente mercantil y trabajó toda su vida, hasta su jubilación, en las oficinas de Droguerías e Industrias Reunidas, S.A. (DIRSA), donde era jefe de compras. Poeta en asturiano y pintor aficionado. Vivió toda su vida en Oviedo. Por su sobrino, Manuel Alberto Rodríguez, recibo decenas de copias de colaboraciones suyas en distintas revistas y porfolios de fiestas; coplas populares, todas en asturiano y cargadas de humor. Como para muestra vale un botón y en homenaje a este personaje, vamos a transcribir literalmente una de esas coplas titulada "El Burru":
"Venía disparau/ per la carretera un haiga, llanzau/ como si corriera el diañu tras él./ Un burru pastiando taba y en aquel momentín/ y cuando el coche allegaba dió un blincu y corrió./ ¡Cómo espatuxiaba!/ Pero allí morrió porque l'altomóvil/ pegói un trastazu dexándolu imóvil/ rotu l'espinazu./ Del coche abaxaron dos siñores finos/ y al burru amiraron bastante mohínos./ Taba allí un paisanu n'el llugar del hechu/ con pinta de aldeanu/ Chó la mano al pechu y dixo: "Ay burrín!/ ¡Qué muerte llevaste!/ ¡Morriste, probín!/ ¡Aquí la topaste!/ Y agora ¿quién fay el trabayu tuyu/ siendo que non hay na más que maguyu?/ ¿Dóndi va atopáse un burru sin cuentu/ que sepa ganase de verdá el sustentu?/ Un de los del autu dixo al paisanín: -¡Vamos, e'nel aztu pagói el pollín!/ y en bonos billetes que nuevinos taben,/ largói mil pesetes./ Y lluego marchaben./ El homín quedose mirando el dineru;/ Allegre, rióse, y el muy puñefleru/ dixo: "¡Quisiera yo ver qué xestu y focicu/ habrá de poner el amu el borricu/ en cuanti se entere/ de que'i lu mataron!/ Sea como fuere ¡a mí me arriglaron!".
Sirvan estas líneas de reconocimiento a Falín y tantos otros que, como él, pusieron su tiempo y cualidades al servicio de sus vecinos y, con su vida, contribuyó también, en su medida, a construir el gran mosaico de la historia común.
http://suscriptor.lne.es/opinion/2015/10/05/falin-vetusta/1822535.html
Yo conocí personalmente a Falin de Vetusta, una gran persona y amigo de sus amigos, sobre todo de mi padre Gonzalo Mori con el cual alternaba en un bar llamado casa bango en la plazuela del fontan.
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