miércoles, 23 de enero de 2013

ENERO

El otero

http://www.lne.es/oviedo/2013/01/23/escaleras-automaticas-cuesta-enero/1357760.html

Escaleras automáticas para la cuesta de enero
Los problemas de la crisis y las ventajas de los cambios de actitud con el nuevo año

23.01.2013

Escaleras automáticas para la cuesta de enero Carlos Fernández Llaneza Enero, primer mes del calendario gregoriano, toma su nombre del dios Jano, representado con dos caras, el espíritu de las puertas y del principio y del fin; enero es, por tanto, el inicio, la puerta de un nuevo período en nuestro particular vivir. Suele ser el comienzo del año, escenario para nuevas intenciones y poner en marcha nuevos proyectos. Quién no se ha planteado a principios de un nuevo calendario dejar de fumar, quitar esos kilos de más, sufriendo en un gimnasio al que apenas vamos, aprender inglés, arreglar algún asunto pendiente que nos viene quitando el sueño, cambiar de trabajo...

Intenciones y deseos que, por lo general, pasado el entusiasmo inicial les ocurre como dice el refrán: al cocer menguan. Lo malo es que hay deseos que por mucho que queramos no dependen exclusivamente de nosotros. Citaba como uno de los anhelos el cambiar de trabajo, y seguro que alguien me diría: «Ya quisiera»...

Ya quisiera poder cambiar de trabajo, porque eso implicaría que tengo trabajo. Asturias registra a cierre de diciembre 103.787 parados. Oviedo, 20.411 según datos oficiales. La dichosa crisis está arruinando por igual familias y esperanzas. Plantea situaciones de dramas personales y familiares difíciles de imaginar. Muchas cartas de las que se enviaron a los Reyes Magos este año ya no pedían regalos; en ellas iban deseos de cambio. De un trabajo que no sólo aporte estabilidad económica y laboral, sino también dignidad personal, ilusión, autoestima, esperanza, futuro...
Es una emergencia nacional la búsqueda de políticas reales, eficaces y urgentes que lleven a que se pueda crear empleo. Obvio. Leer el artículo 35 de la Constitución, que dice: «Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo», incita a la risa a muchos. Me irrita e incomoda que haya más colas en las oficinas de empleo de General Zuvillaga o de General Elorza que para asistir a la ópera, visitar el museo de Bellas Artes o acceder al Carlos Tartiere. Imagino, por tanto, que muchos de esos deseos al desenvolver el nuevo año tienen mucho que ver con esto. ¿Se puede ser optimista entonces? Se puede y se debe. No sé si podemos confiar en los políticos, los empresarios, los economistas; quizás... al menos en la política como el arte honesto de gestionar lo común, sí. Pero sí sé en quién podemos confiar: en nosotros mismos. En nuestras posibilidades y en nuestro potencial como seres humanos. Como sociedad. Como ciudad, que sigue mostrando grandes espacios de solidaridad que ayudan a hacer pesados fardos más llevaderos. Y que nadie piense que digo lo que el refrán gallego: «Que cada can lamba o seu carallo», ni mucho menos. Pero la confianza en nosotros mismos y en nuestras posibilidades es sin duda la memoria del éxito. Gandhi, que derrotó a todo un Imperio británico con su actitud y determinación, decía: «Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo». No soy tan ingenuo como para creer que sólo con una actitud positiva nuestros problemas quedarán disueltos como por ensalmo, pero sí creo que es un paso previo necesario y así me lo repito a mí mismo constantemente. Viktor Frankl, que vivió en primera persona los horrores del nazismo y dejó testimonio en un precioso y muy recomendable libro, «El hombre en busca de sentido», lo decía muy bien: «Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento». Quizás así a la cuesta de enero que amenaza con prolongarse unos meses más le pongamos un pequeño tramo de escaleras automáticas...


Publicado en La Nueva España el 23 de enero de 2013

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