lunes, 28 de diciembre de 2020

UNA INGENIOSA INOCENTADA


Una ingeniosa inocentada

Una larga tradición del 28 de diciembre

No hace tantos años, en fecha como la de hoy, era aconsejable andar ojo avizor no te fueran a colgar algún monigote a la espalda. 

O te convirtieras en víctima propicia de alguna inocentada que te dejara con cara de pasmarote. Asimismo, era común que los periódicos incluyeran entre sus páginas alguna noticia rocambolesca con el ánimo de hacer caer al lector en la broma. 

Y esa costumbre de la prensa es antigua: 29 de diciembre de 1925. Noticia publicada en la prensa local; vean: “Ayer, y cuando acertábamos a pasar por la calle Uría, observamos que un numerosísimo grupo de gente, agolpándose en los escaparates de los almacenes “Al Pelayo”, comentaba regocijado la ingeniosa inocentada que los dueños de tan importante casa comercial quisieron dar al público, consiguiéndolo, a fe nuestra, con extraordinario éxito. Una de las lunas de los escaparates aparecía rota, tan maravillosamente imitada la rotura, que únicamente palpándolo se podía conseguir la evidencia de que la rotura era un camelo para llamar la atención de la gente hacia el fondo del escaparate, donde se leía un letrero que decía: Duros legítimos a 4,90 pesetas. Y, efectivamente, los dueños de Al Pelayo daban ayer duros legítimos a 4,90 pesetas”. 

Ya ven, en 1925 había comerciantes ovetenses empeñados en contradecir el refrán que reza que nadie da duros a cuatro pesetas. Pero, a pesar del chollo, no vendieron ni uno. Así lo justificaba el periodista: “Al Pelayo, al parecer, sólo hace negocio, sólo consigue convencer al público cuando vende trajes y demás artículos, con lo que no hay manera de competir”. Continuaba la noticia destacando que en el fondo del escaparate: “aparecía un tentador montón de duros de plata, exactamente iguales a los que dan en el Banco de España por cinco pesetas. Pero el público, quizá dándose cuenta de la inocentada, no picó, aunque es de presumir que no sería por falta de ganas. Sin embargo, y según confesión recogida directamente de los referidos dueños, no era una broma lo de los duros a 4,90 pesetas, puesto que estaban dispuestos a vender cuantos hubiera pedido el público”. Por último, se preguntaba el redactor: “¿Por qué hace estos alardes Al Pelayo?”. Y él mismo ofrecía la respuesta: “Pues muy sencillo, porque todo el afán de esta casa es dar constantemente pruebas al público de su inquebrantable propósito de sacrificarse por él, en justa reciprocidad, ya que continuamente es favorecido por la enorme concurrencia que en todo momento llena sus departamentos comerciales. Y no son éstas solamente las pruebas dadas de reconocimiento y consideración hacia el público; continuamente estamos registrando hechos de análoga significación”. 

Y no podía acabar la información sin alabar la iniciativa de los almacenes ovetenses “por el ingenio demostrado en la inocentada de ayer, que tan poderosamente llamó la atención del público, el cual comentaba con singular simpatía la oportuna ocurrencia”. 

Hoy, si alguien le ofrece cinco euros por 4,90, desconfíe. Lo de atar los perros con longaniza, me temo, es historia. Y vigilen las espaldas de vez en cuando no vayan a lucir un hermoso monigote que haberlos, haylos. 

Y, bromas al margen, concluyo deseándoles lo mejor para el año nuevo que ya asoma. Para ser mejor que el saliente 2020 tampoco va a tener que esmerarse mucho. 

Sean felices.

lunes, 21 de diciembre de 2020

UNA DIFÍCIL NAVIDAD


Una difícil Navidad

La lección de humildad que plantea el virus

No hay que ser ningún adivino para afirmar que esta Navidad va a ser distinta. En primer lugar porque nos faltan muchos. Demasiados. Las orillas de este 2020, que tanta paz lleve como descanso deja, están llenas de nombres propios que han dejado vacíos imposibles de llenar. Ausencias en el alma que perdurarán para siempre. Tras meses complicados parece que se ve la salida. Pero, prudencia obliga, seamos cautos, empezando por nuestros dirigentes, y que el año que viene podamos celebrar la Navidad sin más ausencias. 

La historia, siempre maestra, nos enseña que cualquier tiempo pasado no necesariamente fue mejor. No pocos de nuestros mayores recuerdan aún con estremecimiento días de dolor, odio y muerte. Pero siempre, juntos, se superaron. Éste también lo superaremos. Hay un mes de diciembre que quedó grabado a fuego, y nunca mejor dicho, en la memoria de la ciudad: el de 1521. Nochebuena. Unos rescoldos mal apagados en una herrería. Quizá las pertinaces brasas del horno de una panadería. O un brasero de humilde hogar en Cimadevilla. Nunca se sabrá cuál fue el origen. Pero el fuego, en poco más de una hora, había prendido en tres cuartas partes de la ciudad. Llamas que tardaron semanas en darse por vencidas. Solo una casa sobrevivió: la de la Rúa o palacio del Marqués de Santa Cruz de Marcenado. El cronista Carballo cuenta: “Toda la ciudad se abrasó dentro de sus muros, si no fue la Santa Iglesia, que quedó libre en medio del incendio, aunque el maderaje y andamios de una torre que se iba haciendo, se quemó también”. 

Ante la imposibilidad de la ciudad de afrontar la reconstrucción se pidió ayuda a Carlos I. El monarca concedió a Oviedo un mercado libre de impuestos a celebrar los jueves. De las cenizas nació un nuevo planteamiento de ciudad que evitó el abigarramiento de los edificios o el exceso de madera en la construcción. De la tragedia, Oviedo renació. Tuvo una nueva oportunidad. 

Ignoro cómo saldremos de esta crisis sanitaria y su derivada económica. Mucho se dijo sobre que saldríamos mejores, más fuertes, más solidarios, más generosos. Y ojalá fuera así. Pero, francamente, tengo mis dudas. No sé si seremos capaces de aprender la lección de humildad que un virus invisible nos ha enseñado. En nuestras manos está. Y la vida sigue. 

Hace unos días, una de nuestras queridas “pelayas” me trasladaba su deseo de una feliz Navidad y, subrayaba, “vivida desde dentro con gozo”. Quizá ese sea el secreto. Que las luces, la música o los anuncios no nos nublen la vista y se conviertan en los árboles que nos impidan ver el bosque. Me sumo a esa hermosa felicitación y, de todo corazón, a pesar de las dificultades, les deseo ¡Feliz Navidad!



https://www.lne.es/oviedo/opinion/2020/12/21/dificil-navidad-26581120.html

lunes, 14 de diciembre de 2020

LA JOVEN PATRONA


La joven patrona

La coherencia, firmeza y valentía de Santa Eulalia



Voy a contarles una historia. Casi como aquellas narraciones que se contaban a la cálida luz del llar. Historias que los niños escuchaban fascinados. Atrapados en relatos de tintes míticos, heroicos, trascendentes. Es la historia de una apenas niña. Nacida en Mérida en el año 292 d.C. Educada como se esperaba de la hija de un senador, Liberio, incluyendo todos los ritos del culto romano. Pero ella, de muy joven, abrazó la fe cristiana por medio del presbítero Donato. Eran años convulsos en Roma. Tiempos de crisis social, militar y económica. Y de profundos enfrentamientos en lo tocante a las creencias religiosas. En tiempos del emperador Diocleciano se promulgan edictos en los que se decreta la rigurosa persecución de los cristianos. Los padres de Eulalia, sabedores de la convicción de su hija, deciden enviarla lejos de casa. Pero ella, impelida por su conciencia, se presentó ante el prefecto Calpurniano (probablemente el gobernador Daciano) diciéndole que la religión a la que éste servía era falsa. De nada sirvieron ruegos, halagos y promesas. Eulalia, tan firme como tenaz y consciente del grave riesgo que asumía, se reafirmaba en su fe. Sabía que su firmeza la llevaría al martirio y de nada valió que le mostrasen los instrumentos de tortura con los que la iban a hacer padecer horriblemente si no obedecía a la ley del emperador. Daciano le dijo: “De todos estos sufrimientos te vas a librar si le ofreces este pan a los dioses, y les quemas este poquito de incienso en los altares de ellos”. La joven lanzó lejos el pan, echó por el suelo el incienso y le dijo valientemente: “Al solo Dios del Cielo adoro; a Él únicamente le ofreceré sacrificios y le quemaré incienso. Y a nadie más”. 

Entonces, el juez mandó que la destrozaran golpeándola con varillas de hierro y que sobre sus heridas colocaran antorchas encendidas. “La hermosa cabellera perfumada de Eulalia se incendió y la jovencita murió quemada y asfixiada por el humo”. Junto a ella fue también martirizada su criada Julia. 

En el siglo IV, el poeta Prudencio narraba: “Y, ¡oh maravilla!, he aquí que de su boca salió, rauda, una paloma más blanca que la nieve, que, hendiendo el espacio, tomó el camino de las estrellas: era el alma de Eulalia, blanca y dulce como la leche, ágil e incontaminada. Así lo vieron estupefactos y dieron de ello testimonio el verdugo y el mismo lictor al huir aterrorizados y arrepentidos. La Virgen torció delicadamente el cuello a la salida del alma; apagóse el fuego de la hoguera, y, por fin. quedaron en paz los restos exánimes de la mártir. Todo esto acaeció un día 10 de diciembre”. 

En el lugar de su martirio se erigió uno de los primeros templos cristianos en Hispania. A raíz de la invasión musulmana su cuerpo fue trasladado a Asturias y sus reliquias se veneran en la Catedral de Oviedo, en la capilla dedicada a la mártir. En 1639 fue declarada Patrona de la Diócesis Ovetense y de la ciudad de Oviedo. 

Pues ésta es nuestra patrona. Ejemplo de firmeza, de coherencia, de valentía. Mucho y muy interesante queda por contar porque la estela de Santa Eulalia –o Santolaya– en la historia de la ciudad es alargada y luminosa. 

Como epílogo a esta narración queden estos versos de Federico García Lorca: “Una custodia reluce / sobre los cielos quemados / entre gargantas de arroyo / y ruiseñores en ramos. / ¡Saltan vidrios de colores! / Olalla blanca en lo blanco. / Ángeles y serafines / dicen: Santo, Santo, Santo".

https://www.lne.es/oviedo/opinion/2020/12/14/joven-patrona-26281352.html

lunes, 7 de diciembre de 2020

MÁS QUE FÁBRICA DE GAS

Más que fábrica de gas

La instalación es mucho más que un mero proyecto urbanístico y merece todo nuestro respeto



7.12.2020. Carlos Fernández Llaneza

La fábrica de gas. Una instalación que perdura en la memoria ovetense y a la que se mantiene unida en antiguo nexo. Con la vieja estructura metálica del gasómetro que, como osamenta de una vieja ballena, languidece bajo el olvido de los años. Pero de nuevo reclama para sí el merecido protagonismo. Parece que Doña Piqueta afila de nuevo sus garras. El edificio de la Popular Ovetense corre peligro. Y, como en un recurrente día de la marmota, vemos parte de nuestro patrimonio peligrar llevándose por delante ideas y obras nacidas de mentes tan creativas como las de Vaquero Palacios o Sánchez del Río. La curiosidad me empujó a querer saber más y, de nuevo, me llevó hacia Fermín Canella, lejos de las noticias de hoy, para ver qué nos contaba. Nos dice: “Hállase situada en la antigua calle Paraíso. Fue establecida por una sociedad comanditaria de varios particulares de esta capital, constituida al efecto el 7 de mayo de 1858, bajo la razón social del González Alegre, Polo y Cía., renovada oportunamente en el año de 1880. El proyecto y planos e instalación de la fábrica, así como la del yeso, unida a la misma, débense al inteligente y laborioso industrial D. Rodrigo Gutiérrez, director de ambas hasta su fallecimiento. Secundaron con toda eficacia sus esfuerzos, sus consocios en general y, en particular, los Sres. D. José González Alegre y Marqués de Gastañaga, primer Gerente y Presidente de la Comisión inspectora, respectivamente. Está montada con todos los adelantos que la fabricación exige. Tiene tres gasómetros, una espaciosa sala de hornos, buen extractor, condensadores, lavadores y depuradores de todas clases, contadores y reguladores, extensos almacenes, oficinas, etc. Los carbones que consumen proceden de las minas de María Luisa, del valle de Langreo. Surte de alumbrado a toda la población y cuenta con elementos suficientes para adquirir creciente desarrollo”. 

La fábrica de gas es mucho más que un solar. Es mucho más que un mero proyecto urbanístico. Y merece todo nuestro respeto. Como lo hubiera merecido el majestuoso acueducto de los Arcos de los Pilares, “obra de arquitectos montañeses pero digna de romanos”, en palabras de Jovellanos. Al igual que los chalés de Concha Heres, de Tartiere, de Olivares… O el Fontán o el Vasco. Y tantos edificios más. Hace años que se discute sobre qué hacer en la Fábrica de Gas. Lo mismo que hace décadas que se debate sobre La Vega. Años hablando de los terrenos del viejo HUCA. Hace más de un siglo se proyectaban planes para el Naranco. O para proteger Santullano. ¿Por qué llevamos tantos y tantos años discutiendo sobre lo mismo? ¿Alguien ha concebido, de verdad, un proyecto integral de ciudad? Se atribuye a Séneca este proverbio: “No hay viento favorable para el que no sabe dónde va”. A ver si va a ser eso. Demasiado tiempo polemizando y seguimos sin tener un para qué y un por qué en demasiadas áreas vitales de una ciudad que se empeñan en mirar a retazos. Y mientras tanto perdura la sensación de que el patrimonio arquitectónico, natural o industrial, no es una prioridad. Y vaya si lo es. Porque es de los ovetenses que nos lo legaron. Y de los ovetenses de hoy es la responsabilidad de cederlo a los del futuro en las mejores condiciones. Cómo no evocar la Fábrica de loza de San Claudio, con su magnífica plantilla que continúa paseando el recuerdo de su exitoso pasado laboral, injustamente truncado, entre las abandonadas y vergonzantes ruinas. Tanto patrimonio industrial que atesora Trubia. Y aún perdura la memoria de los faroleros que cada día encendían las farolas para que la oscuridad no reinara en la noche. 

El Foro Juvenil del Patrimonio Mundial, en una de sus reuniones, llegó a una conclusión que comparto: “Los sitios culturales y naturales forman el entorno del que los seres humanos dependen psicológica, religiosa, educacional y económicamente. Su destrucción, e incluso su deterioro, será perjudicial para la supervivencia de nuestra identidad, nuestro país y nuestro planeta. Tenemos la responsabilidad de preservar estos sitios para las futuras generaciones”. Así es.

https://www.lne.es/oviedo/opinion/2020/12/07/fabrica-gas-26016870.html