lunes, 28 de octubre de 2019

EL BARÓN DE VILLAFRÍA

El Otero

El barón de Villafría

Noticia histórica de Longoria Carbajal

28.10.2019 





En una charla sobre nuestro malogrado acueducto de los Pilares, hace unos días, decía que el principio del fin de los Arcos fue la puesta en marcha de la traída de Pérez de la Sala que captaba aguas de los manantiales de Boo, Ules, Lillo y Fitoria. A efectos de conmemorar la finalización de la obra se construyó la fuente del Bombé en la que figuran los nombres de los cuatro manantiales naranquinos. La inauguración, el 21 de septiembre de 1875, dio un relieve excepcional a las fiestas de aquel año. Pues bien, en el coloquio final de la charla, uno de los asistentes recordó, con envidiable memoria, unos versos, fruto de esa socarronería tan nuestra, que hacían mención al alcalde de entonces: José González Longoria Carbajal y al que, al parecer, le gustaba dejar constancia de su nombre en todas las obras que emprendía; costumbre de la que hoy en día hacen gala no pocos regidores. En la fuente del Bombé el ayuntamiento había colocado una placa, desaparecida hace años, de más de dos metros con la inscripción: "Se inauguró solemnemente esta obra y fueron bendecidas las aguas por el Ilmo. Sr. obispo siendo alcalde don José Longoria Carbajal en 21 de septiembre de 1875". Y claro, era de esperar, la "coña" ovetense no tardó en responder en forma de versos: "Esta urna funeral / de las aguas de Fitoria / eterniza la memoria / de Longoria Carbajal: / el ser más original / de cuantos el mundo cría / el que tiene la manía / de poner su nombre en todo / y a quien llaman por apodo / el barón de Villafría". Como ven, en Oviedo, andaban ágiles de reflejos. La cita a Villafría se debe a que Longoria Carbajal era propietario de una casa y finca en la zona. Hasta mediados de los noventa se conservó la capilla, bajo la advocación de San José, en cuyo frontispicio podía leerse: "Se hizo a expensas de D. José Longoria Carbajal. Año de 1872". 
Longoria Carbajal nació en Grado el 29 de abril de 1827. Estudió Filosofía en la Universidad de Oviedo y posteriormente se licenció en medicina en Santiago ejerciendo como médico en su villa natal. Vino a Oviedo por mediación de su amigo el marqués de Gastañaga. Poseía distintas condecoraciones, pertenecía a diversos Institutos y Academias Médicas, llegó a ser Doctor honoris causa por la Universidad de Filadelfia, fue diputado provincial de 1878 a 1879 y, durante dos décadas, miembro de la Corporación ovetense de la que fue alcalde durante más de quince. 
Bajo su mandato se llevaron a cabo obras como la apertura de las calles Campomanes, Uría, Fruela o la entonces travesía entre Caveda y Covadonga que lleva su nombre. Fue, asimismo, responsabilidad suya la construcción del cementerio del Salvador, el teatro Campoamor, la Casa de Socorro, la creación de una Banda municipal de música o significativas mejoras en el Campo San Francisco. 
Longoria falleció el 30 de septiembre de 1910 a los ochenta y tres años, recibiendo sepultura en la capilla de su finca de Villafría. 
Pues de aquella cereza que sacamos del cesto de la curiosidad con la foto de la inauguración de la traída de aguas en el Bombé han salido engarzadas todas las demás. Así es la historia.
https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2019/10/28/baron-villafria/2549895.html

lunes, 21 de octubre de 2019

AQUELLA VISITA REAL

El Otero

Aquella visita real

Cuando Alfonso XIII estrenó su reinado en 1902 con un viaje a Asturias

Carlos Fernández Llaneza 21.10.2019 



Que Oviedo está de actualidad en estos días es innegable. Y que, independientemente de simpatías monárquicas, se ha escrito una página histórica con la visita de la Princesa de Asturias, también. Esta visita regia me hizo recordar la primera de su tatarabuelo: Alfonso León Fernando María Jaime Isidro Pascual Antonio de Borbón y Habsburgo Lorena (como para tener que poner el nombre en el DNI); vamos, Alfonso XIII. Había sido coronado en mayo de 1902 a los 16 años. 
En agosto de ese mismo año comenzó una visita a su reino empezando por Asturias, por Covadonga, que como recogía "El Carbayón" es "su propia tierra". El 4 de agosto visitó Oviedo, alojándose en el Palacio del Conde de Toreno en la plaza de Porlier. El día anterior a su llegada, el alcalde, José García Braga, publicó un bando en el que hacía un llamamiento a los ovetenses para que recibieran multitudinaria y calurosamente a Su Majestad y a los príncipes de Asturias. Durante los días que permaneció en la ciudad visitó la Universidad, la Cámara Santa, el Campo San Francisco, el Regimiento Príncipe, la fábrica de la Vega y una excursión al Naranco para visitar los monumentos, cosa complicada en aquellos años en los que no había aún carretera alguna; la única manera de subir era a través de caminos nada fáciles para el monarca y su séquito, por lo que se optó por un peculiar medio que dio pie a una curiosa anécdota. El periódico "El Carbayón" nos narra la crónica: 
"La comitiva siguió por diversas calles desde el Palacio del Conde de Toreno hasta el comienzo de la subida a San Pedro de los Arcos. Iba en primer término un carruaje con el alcalde D. José García Braga, varios particulares a los que seguían el de las reales personas, el del Sr. Gobernador y bastantes más con elementos de Palacio y otros particulares. La cuesta que da acceso a San Pedro de los Arcos la subieron todos a pie". A partir de ahí continuaron en el conocido como tren minero, construido por Fábrica de Mieres para trasladar el mineral de hierro del Naranco y que "había sido engalanado sencillamente pero con bastante gusto con telas de los colores nacionales. Para las personas reales se puso un cochecito cubierto con un ligero toldo negro; para el acompañamiento, como no había otra cosa mejor, plataformas y sencillos vagones que por cierto, fueron aprovechados, porque hasta en la máquina se colocaron bastantes personas". A las diez y media de la mañana, el pequeño tren, completó el recorrido desde las inmediaciones de San Pedro de los Arcos hasta el lugar denominado La Cruz, donde hizo una parada. Para alcanzar la carretera hay que cruzar "unos terrenos con gran pendiente, lo que resultaba en extremo trabajoso para los expedicionarios. Su Majestad resbalaba a menudo, como las demás personas reales y el acompañamiento. Por fin se venció el mal trecho y llegose a la carretera que por cierto, se encuentra en muy mal estado, para llegar pasadas las once a Santa María del Naranco". 
Una anécdota para la historia. Si hoy la Princesa de Asturias quisiera subir a pie hasta los monumentos desde, por ejemplo, el aparcamiento -obligado para los visitantes a nuestro patrimonio mundial- no se crean que lo iba a tener mucho más fácil, porque, aprovecho la ocasión, los caminos de acceso están hechos un asco. 
Hoy miramos aquella visita real al Naranco con una sonrisa. Dentro de un siglo, tal vez, nos mirarán con cierta incredulidad. Dicho queda.
https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2019/10/21/visita-real/2546413.html

martes, 15 de octubre de 2019

¿BEBE V. CERVEZA?

El Otero

¿Bebe v. cerveza?

La publicidad a finales del XIX en la ciudad

Carlos Fernández Llaneza 15.10.2019 
No es que quiera inmiscuirme en sus hábitos de consumo de bebidas, tranquilos; simplemente reproduzco el título de un anuncio de El Carbayón de 1895 que me llamó la atención. Y es que la publicidad de finales del siglo XIX en Oviedo es una mina inagotable. En un anuncio en formato de entrevista se preguntaban los anunciantes: ¿Qué es cerveza? Todos los sabemos bien; no en vano, España, con 40,6 millones de hectolitros es el tercer consumidor de esta bebida de Europa. En la tierra de la sidra el consumo de cerveza tampoco es moco de pavo. Según un reciente estudio, cada asturiano consume al año unos 70 litros de cerveza (a mí que me registren, alguno se está soplando 140); pero a lo que vamos, para los anunciantes del XIX, la cerveza "es un cocimiento hecho con agua finísima y especial, cebada escogida y superior y una planta medicinal llamada flor de lúpulo". Ante la pregunta de cuántas fábricas de cerveza hay en Europa, responden: "muchas (como ahora, vamos) pero yo apenas tengo noticia más que de una, La Austriaca (¡qué casualidad hombre!) fundada en Santander por el Exmo. Sr. Marqués de Valdebuena y dirigida por D. Luis Puijamer, ingeniero químico y mecánico (la primera especialidad pase, la segunda para la cerveza?) Bien, continúa el supuesto entrevistador inquiriendo sobre cuántas clases de cerveza se conocen: "En esta fábrica se hacen varias pero tiene tres que se distinguen perfectamente de sus similares (faltaría más) y son: alemana de mesa, triple bock y Salvator (el nombre promete)". A la pregunta de quiénes son los usuarios principales de esta bebidas, afirman: "En primer lugar los aficionados que son muchos (pues si llegan a ver el Oviedo del siglo XXI?); la usan también las personas delicadas del estómago (mira tú), los inapetentes y a quienes la ciencia la prescribe (más de uno daría algo por tener un médico que le recetase una pinta cada cuatro horas). Se pregunta el interlocutor: "Luego, la cerveza ¿es medicinal?". Respuesta: "No es una medicina (menos mal, ya me veía en la farmacia a ver si por la rebotica quedaba alguna de Águila Negra) sino una bebida refrescante, deliciosa y a propósito para apagar la sed; pero obra maravillas cuando se toma por prescripción médica (1895, no se hagan ilusiones), especialmente siendo de la marca La Austriaca (¡la duda ofende!) ¿Cómo se explica tanta bondad? pregunta el benévolo interrogador; pues bien: "Muy sencillamente; bástele a V. saber que el Sr. Marqués dueño de esta fábrica no es un mero industrial, sino un eximio ciudadano que queriendo dotar a su patria con un establecimiento de primer orden, no ha reparado ni repara en sacrificios (por generosidad y altruismo que no quede). Ha escogido el personal de lo más científico y experimentado; ha invertido grandes sumas en máquinas y edificios (¡será por perres!) y está dispuesto a cualquier gasto con tal de mejorar sus productos. Últimamente ha conseguido crear un nuevo tipo de cerveza finísima, agradable y de excelentes resultados; este es el tipo Salvator". No salgan corriendo al bar más próximo a pedir una que igual les miran raro. Si quisieran más detalles, o probar clases, dense una vuelta por la calle del Rosal, número 16, casa de los Señores J. López Sela e hijos. Depositarios para toda la provincia de cerveza La Austriaca. Medalla de oro en la exposición universal de Barcelona. Ahí queda eso. Aunque el Rosal ya no es lo que era en 1895 ni, dicho sea de paso, el Rosal de los 80. 
Pues nada, ya saben, el día que les duela el estómago o anden así como desganados, un lingotazo de cerveza La Austriaca y como nuevos. Cabe recordar que el que suscribe no se hace responsable de las opiniones y consejos de los anunciantes, y recomienda un consumo moderado; no vaya a ser.
https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2019/10/15/bebe-v-cerveza/2543592.html

lunes, 7 de octubre de 2019

EL CARBAYÓN EN LA MEMORIA

El Otero

El Carbayón en la memoria

En el aniversario del derribo de un árbol legendario

Carlos Fernández Llaneza 07.10.2019 

Dos de octubre de 1879. Oviedo llora. Su árbol esencial ha caído. Sus magníficos treinta metros de altura han sucumbido al hacha incivil. Más de cinco siglos de raíces hendidas en la vida ovetense son historia. Si fuéramos capaces de viajar ciento cuarenta años atrás podríamos leer en el diario "El Carbayón" que, precisamente, inició su andadura el 5 de octubre de 1879, este lamento de la ciudad: "Aquí estuvo el Carbayón, seiscientos años con vida y cayó sin compasión bajo el hacha fratricida de nuestra corporación. Este pasquín respetad, si sois buenos ovetenses, y en su memoria llorad todos los aquí presentes por el que honró a la ciudad". 
De nada sirvió la voz crítica y angustiosa de Fermín Canella, como tampoco serviría su batalla años después contra la barbaridad del derribo de los Pilares; decía Canella: "El Carbayón no caerá tan fácilmente: es el árbol secular y sagrado de la ciudad, testigo de todos los acontecimientos de nuestra historia, que, a más vivir con la savia de esta madre tierra, parece que vive con la savia de recuerdos antiguos y de nuestro cariño. Allí está, al extremo del Campo, tocando el pueblo de quien es patrono". ¿Uniríamos nuestra voz a la de Canella y a la de tantos que se opusieron firmemente a su derribo o formaríamos parte de esa ciudad que parece sestear cuando peligra parte de nuestro patrimonio histórico, arquitectónico o natural? 
Juan Antonio Cabezas afirmaba sobre nuestro árbol gentilicio: "Bien merece un emocionado recuerdo aquel tótem vegetal de Oviedo, que de simple roble o carbayo centenario se fue adentrando en la historia y en el espíritu de la ciudad hasta convertirse en una especie de árbol genealógico de todos los nacidos en Oviedo y de todos los que nazcan por los siglos de los siglos, que serán llamados "Carbayones". 
Por muchas razones era respetable la vida del gran roble o Carbayón, árbol sagrado de los ovetenses, que cayó en 1879 víctima de un capricho municipal más que de una necesidad del progreso urbano. Por doce votos contra diez fue ejecutada la sentencia contra el patriarca vegetal del Campo de San Francisco, cuyas raíces estaban agarradas al suelo y a la tradición secular de Oviedo. Fue al arrancarlo de la tierra, cuando más claramente se vio que, más que un árbol, era un símbolo y por tanto inmortal". 
Un sentido soneto le dedicó "El ciego de Sobrescobio": "Mi nombre al pueblo di; bajo mi copa / que pomposa las ramas extendía, / el pueblo su solaz aquí tenía / y abrigo el estudiante de la sopa. / Mi tronco fue un altar; / y a él se atropa / la noble indignación que se encendía / y retaba con ruda valentía / el invencible usurpador de Europa. / Hoy de mis hijos el menguado aliento, / con desdén invencible me maldice / ¡y sin piedad me arranca de mi asiento! / ¡Oh triunfo sin igual! / Con voz entera / de su silla curul ingrato dice: / ¡Dar muerte al Carbayón antes que muera! 
Una vez más, Oviedo, miraba hacia otro lado. La nómina de víctimas de la desidia, la especulación o la ignorancia es amplia. ¿Somos los ovetenses poco agradecidos con nuestros símbolos más representativos. Tal vez. 
Aunque nos habrán arrancado el Carbayón, derribado los Pilares, el chalet de Concha Heres, el de Olivares y tantos otros; El Fontán, El Vasco; el Naranco, siempre olvidado y amenazado? pero de todos ellos queda un grito silencioso y rebelde en el espíritu de muchos ovetenses; ese, nadie nos lo arrebatará.
https://www.lne.es/noticias-suscriptor/suscriptor/oviedo-opinion/2019/10/07/carbayon-memoria/2539963.html