Por la Ascensión...
Sobre la identificación profunda de todos los asturianos con su ancestral mundo rural
Carlos Llaneza 28.05.2017
Hay unos días en el calendario local en los que la ciudad decide ceder un poco de su espíritu urbano y mirarse a sí misma en el espejo del tiempo. Y mudamos el ruido cotidiano por una mirada a la ciudad que fuimos. A esa ciudad de la que el viajero Pérez Nieva, allá por 1895, decía: "No he visto ninguna con más verdes alrededores".
Porque hay otro Oviedo. Pero está en este. Nuestro Oviedo rural también existe. Y en estos días Oviedo celebra la feria de la Ascensión. Un homenaje al campo de Oviedo y de Asturias. Un merecido reconocimiento. Una deuda obligada. Un compromiso contra el olvido. Así que, si aún no han ido, salgan a dar una vuelta para reencontrarnos, un poco más, con ese espacio rural del que todos llevamos una parte.
Escribía Ortega en 1925: "El florecimiento económico va erigiendo urbes deliciosas sobre todo el haz del Principado: hay en él ciudades viejas y próceres que prolongan una brillante tradición de cultura refinada.Y, sin embargo, yo encuentro, más o menos oculto, en todos los asturianos, un fondo rural que perdura. Bajo los modales de la ciudad continúan latiendo corazones labriegos". Y sospecho que así es. Y -añado- a mucha honra.
Juan Antonio Cabezas lo definía como el "sex appeal de la tierra". Para el periodista y escritor, "el asturiano puede nacer en la ciudad o aldea, establecerse en Madrid, París, Buenos Aires, México, La Habana o Nueva York. Puede ser empleado, artesano, intelectual o millonario. Vivirá bien y se adaptará a los ambientes más refinados y diversos, pero no dejará de soñar con un prado verde, un bosque frondoso, un claro río, una montaña escultórica. En Asturias se une para siempre la tierra y el espíritu". Puede ser. Por tanto, es una oportunidad idónea esta feria para ese reencuentro con nuestro ancestral mundo rural.
En 1889, R. Prieto y López Doriga, en su libro "Siluetas Ovetenses", decía sobre la feria de la Ascensión: "Dudo que otros pueblos se identifiquen con los genuinamente ferieros los que no tengan nada que feriar, pero aquí vamos a la feria y nos preocupamos y hablamos de la feria, como si algo nos fuese en ella. Lo general es que no tengamos caballerizas, ni caballerías y que no seamos dueños de otra crin que la vegetal que, en vez de pelote, forma las tripas de la trasnochada butaca; pero apenas se columbran los vistosos collares de las muletas, van los aficionados al real de la feria, con una constancia digna de mejor causa".
Pues bien; disfrutemos, por tanto, de nuestra feria de la Ascensión con esa misma constancia. Paseemos por la Losa regalándonos los sentidos. Recorramos el Mercáu Astur de la plaza de la Catedral. Acerquémonos al recinto de Olloniego-Tudela aunque, servidor al menos, no merque ningún xatu. Si se tercia, saboreemos el menú a base de menestra y de una carne gobernada al estilo de Oviedo y relamámonos con esa tarta de queso y cerezas porque, sabido es, "por la Ascensión, cerezas en Oviedo y trigo en León".
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